'Los payasos tenemos una armadura ante la burla'
Hacer convenciones, allá donde voy, es asegurarme del que el mundo se va llenar de artistas libres pensadores.

Chacovachi posando junto a un retrato suyo de payaso, en el local de la circoteca de Valls
- A sus 54 años, ¿aún siente pasión por su profesión?
-(risas) Sin duda más que cuando tenía 20. A los 20, no entiendes bien lo que es la pasión, es algo que se siente dentro. Esa es la diferencia entre el joven y el viejo. Creo que debo mantener la pasión para poder seguir viviendo.
-¿Qué pretende al acabar un espectáculo?
-Pretendo ir a comer (risas). Bueno, la verdad es que espero mucho de los espectadores. El espectador es un ser necesario para el artista. Puede ser maravilloso o algo muy difícil. No son todos iguales, es como un mal necesario, aunque maravilloso al mismo tiempo.
-¿Por qué al final se puso como nombre artístico Chacovachi?
-Chacovachi es el nombre de un pueblo muy pequeñito del sud de la Patagonia. Aún, recuerdo que iba en un tren de mochilero, entró el guarda y nombró la parada. Cuando volvió a entrar yo grité Chacovachi, por la ansiedad de llegar, ya, al lugar, y la gente se reía. Una semana después, me estaba bañando en una laguna muy fría, y pasaron unos mochileros por arriba de la montaña, que me reconocieron y gritaron: «Chacovachi», porque eso era lo que relacionaban conmigo. En aquel momento me dije: «Ese es un buen nombre de payaso».
-¿Cómo recuerda sus inicios en el mundo del espectáculo?
-De una manera maravillosa porque cuando uno empieza a trabajar es inconsciente. Esa inconsciencia te permite ir a lugares, que, después, la consciencia no te permite. Yo lo que no trato de perder, nunca, es el entusiasmo.
-¿Qué hacía ensus primeras actuaciones en Buenos Aires?
-Empecé a hacer el payaso de casualidad, jamás pensé que iba a ser artista. En Argentina, todavía estaban los militares en el poder. Escuché que pedían, en la escuela, algún alumno o artista, que quisiera ir a la junta al lado de la resistencia de los militares, que todos sabíamos que iban a acabar con gases lacrimógenos, y si tenían suerte en la comisaría. Fui por una cuestión ideológica, y en ese momento mi cabeza cambió entorno a lo que era un artista. Trabajé en un teatro, y, tiempo después, descubrí que podía vivir de ello, pasar la gorra.
-¿Cuál es su concepto de payaso?
-Un payaso es un ser libre, exagerado, y con el fin de hacer reír. El payaso es arte y entretenimiento. Arte que sirve para denunciar, mientras que el entretenimiento, claramente, es un pasatiempo. No me gusta el payaso que solamente se dedica al entretenimiento. Me gusta el que critica, el que denuncia y muestra su visión personal del mundo. Para mí, eso es un payaso, lo otro es un payasito.
-¿Qué se esconde tras la frase que dijo: ‘Todos somos payasos, aunque solo algunos trabajamos de ello’?
-Claramente eso. Es muy lindo ser el generador de una risa. La risa nos permite alejarnos de la tragedia, se burla de las cosas que, lamentablemente, pasan. Todos nacemos con esto de disfrutar, de hacer reír. Por eso, los niños, de pequeños, son payasos naturales.
-¿Cuál es la broma más pesada que como payaso le han hecho?
-Los payasos tenemos una armadura ante la burla. Nosotros no perdemos la dignidad como la perdería una persona normal. Nosotros vivimos de eso, es muy difícil que se puedan reír de nosotros. Es más, yo vivo de que se reían de mí.
-¿Qué le supone participar en Festivales Mundiales de circo?
-Es un encuentro con grandes artista, grandes payasos. Es el momento ideal para estar con ellos , y ver sus espectáculos. En el fondo, eso me hace sentir mucho más cercano. Saint Exuperi, en su libro, El principito, decía: “El mayor privilegio que tenemos los artistas son los relaciones humanas”. Y estoy de acuerdo con él.
-¿Suele experimentar y ser espontáneo o prefiere lo rutinario y la monotonía?
-Sin duda, uno se prepara para hacer las cosas. Trabajamos mucho con la rutina, si rutina quiere decir rutinario. Los payasos tienen, siempre, el espectáculo abierto. Tengo la teoría del método del ajedrez, que consistes en los siguiente: Primero actúas, empiezas la función , mueves tú, y luego el público. Según mueve el publico, mueves tú, así es. Al decir el primer chiste, me doy cuenta del público que tengo, y ahí modifico o no el segundo chiste.