«Es raro que las mujeres sepan de verdad la talla de sujetador que llevan. Y no le hablo de adolescentes que van con su madre a por el primer sujetador, sino de mujeres de todas las edades, incluso muy mayores», cuenta Lola Sánchez, de Mini Mum, una tienda de ropa interior tradicional. Eso sí, parte de este ‘despiste’ llega porque antes sólo se tenía un número en la cabeza: se usaba una 90, una 95, una 100... Pero ya hace unos años que los fabricantes han optado por ofrecer copas de diferentes tamaños para ajustarse mejor a los diferentes volúmenes.
Bet Altarriba, dependienta de la tienda Hunkemoller de Tarragona, especializada en corsetería, apunta que lo primero que hay que saber es que el número y la copa no son lo mismo; el número está relacionado con la anchura del tronco y la copa, con el tamaño real del pecho. Así pues, una mujer delgada puede tener un pecho voluminoso y no llegar a la famosa talla 100 de sujetador.
Tanto Altarriba como Sánchez coinciden en que las operaciones de aumento de pecho también han hecho aumentar la demanda de sujetadores en que se pueda adaptar al máximo. «Cada vez hay más chicas con poco contorno y copas grandes», explican.
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La talla, el gran error
Equivocarse en la talla es, pues, el gran error y puede dar lugar a múltiples incomodidades. Por ejemplo, si se lleva una prenda de un contorno más grande del que se necesita, la parte trasera del sujetador suele subirse por detrás. Altarriba recomienda que cuando se compra el sujetador es mejor que se ate en los broches que están más afuera. Así, si los elásticos se estiran con el tiempo, se podrá ir atando más adentro.
También hay que tener en cuenta que el pecho cambia con los años y los procesos hormonales, por lo que difícilmente se use la misma talla toda la vida. Algunas mujeres llegan incluso a comprar dos sujetadores con copas distintas para los diferentes momentos del ciclo menstrual.
Además de la talla, el modelo ya es un mundo aparte y en el que vale la pena asesorarse. Por ejemplo: si se tienen los pechos separados, vale más un sujetador con frontal (esa pieza de tela que está entre las dos copas) alto. Si se tienen más juntos, puede quedar bien uno de frontal bajo.
Los que sí parecen haber llegado para quedarse son los aros, tan criticados por incómodos. Las vendedoras vuelven a la talla: si no se acierta el aro se ‘clava’ y no se queda en su sitio.
Con todo, apunta Sánchez, hay cada vez más sujetadores preformados sin aro que dan un aspecto muy similar. Muestra incluso uno sin tirantes que se adhiere a la piel como una especie de pegatina.
Los famosos Wonderbra, «para los que llegamos a tener lista de espera», recuerda, apenas se llevan y quedaron más bien para mujeres de pecho pequeño.
Pero más allá de modas, usar la talla y el modelo correctos puede influir en la salud, especialmente en dolores de pecho y espalda. Un sujetador con la tira muy fina, que se clava y deja marcas en la piel, o un sujetador atado al cuello dificulta la correcta circulación y puede causar contracturas y dolor en hombros y espalda.
Así pues, si se tiene mucho pecho, mejor recurrir a tirantes anchos y cómodos. Si aún los tirantes siguen molestando, hay en el mercado unos pequeños parches de silicona o de tela que acolchan la zona por donde pasa el tirante.
Hablar de moda, eso sí, merece capítulo aparte, pero las vendedoras adelantan: el sujetador ya no es sólo una prenda íntima y cada vez está más hecho para que se vea.