Buscando una isla en el Pacífico donde poder atracar
Humbert van der Broek llevaba desde diciembre en una isla sin conexión

El holandés errante de Calafell.
Algo raro estaba pasando. No había tantos yates de ricos surcando el Pacífico Sur. Humbert van den Broek conoce la zona porque lleva en Vulaga una temporada. Vulaga es una pequeña isla del archipiélago de las Fiji. Allí, Humbert, el conocido como Holandés errante de Calafell, navega con su velero.
Humbert dejó Calafell en el año 2000 para ir a navegar por el mundo. Ha pintado barcos, llevado mercancías en su velero entre islas, pasado hambre, temporales, el ataque de piratas... pero ahí sigue en islas remotas. Muchas veces sin comunicación, sin noticias, sin internet. La información le llegaba al cruzarse con otros barcos, porque explica que son más los que parece que lo dejan todo y se lanzan a navegar y a lo que surja.
Por eso la falta de barcos de recreo que servían a Humbert para conocer cómo iba el mundo de tierra le hizo sospechar que algo pasaba. Hasta que ha sabido de la pandemia que afecta al mundo.
«Desde diciembre estaba en unas islas apartadas sin internet», explica. Ahora intenta buscar un puerto, pero la situación no lo pone fácil. «Salí de Fiji el día 13, pero no podía entrar en Tonga (Polinesia)». Así que ha tenido que volver atrás los 750 kilómetros de travesía». Cuando habla con el Diari explica que se dirige de nuevo a la bahía de Suva, la capital de Fiji. «Pero no sé si podré entrar».
Su barco, El holandés errante, es más que nunca un cascarón en medio de la inmensa incertidumbre. Es la primera vez que los labios de Humbert pronuncian la palabra «miedo». Ha tenido «tormentas, daños. Me he enterado ahora del virus. Voy a navegar».
Le quedaban 10 millas para su pretendido destino. «Rezo para que me dejen entrar de nuevo en el país. Aún es temporada de huracanes». Pero teme que la cosa no será sencilla. Las restricciones para la entrada en puertos se imponen.
En años en los océanos del mundo Humbert ha tenido que hacer muchas escalas en islas desiertas donde si había suerte con la pesca había comida. O si lograba la ayuda de otras barcos. Pero la cosa se complica.
Una de las últimas imágenes que colgó en su Facebook es de hace tres meses. Humbert mostraba una de las buenas jornadas de pesca. En Vulaga. «Más peces que nunca», explicaba. «Casi todo era para el pueblo». Pero casi en un abrir y cerrar de ojos todo ha cambiado. Incluso en la libertad del mar en cuya busca fue hace dos décadas. «Vaya mundo me espera».

Humbert van der Broek.

Humbert en una playa de Vulaga.