La frustración de Cal Vitali

La acción devastadora del oleaje sobre la terraza del restaurante Voramar Cal Vitali no tiene precedentes. Su propietario, Xavier Nicolàs Chiva, señala que «todos los años el temporal de mar azota la playa, pero en las dos décadas que llevamos regentando este negocio familiar, jamás habia sucedido algo así».

Nicolàs no oculta su frustación y admite que el estado en que ha quedado la parte hundida de la terraza «es para desmoralizarse». La causa ha sido la pérdida de arena que hacía de cimientos, agravada con el oleaje continuado. Según el propietario, «el mar se ha tragado entre 2,5 y 3 metros de arena de altura que dejó descalzada la base de la terraza».

Parte de esta terraza del restaurante se adecuó como espacio ajardinado utilizado como terraza al aire libre, junto a la línea de playa, que completaba la otra parte que según parece, ya se cubrió en la década de los años sesenta del siglo XX.

La terraza, asentada en la arena y carente de cimientos, se encuentra adosada a la fachada principal del pétreo edificio Voramar, que corresponde a la parte interior del restaurante. Nicolás confia en poder reabrir a corto plazo esta parte interior del establecimiento, pero subraya que «sin la terraza perdemos capacidad, que daba cabida a cien comensales». 

Xavier Nicolás admite que la persistencia de la arena «se debía a las aportaciones que vertían cada año en este sector y que garantizaba la seguridad ante los embates del mar». El restaurador admite no ser contrario «al Plan de Gesión de la playa impulsado por el Ayuntamiento, que apuesta por la renaturalización del litoral», pero insiste en que «hay que actuar con soluciones inmediatas y efectivas cuando se trata de situaciones de emergencia, más si admitimos los efectos del cambio climático».

En referencia a la rehabilitación Alba Muntadas se mostró precavida «puesto que la zona deberá desocupar el espacio de servidumbre de dominio público en el marco legal vigente».