Pier Paolo Pasolini, hace 50 años, ya comprendía lo que le sucedería a la Italia actual, en la Europa actual, en el mundo actual. «El poder de la cultura del consumo ha superado al fascismo en su capacidad de homogeneización, en su capacidad de destruir individuos y realidades particulares. El verdadero fascismo es la cultura del consumo». El consumo... la Navidad es su fiesta mayor, su momento excelso. Consumir con la excusa de dar, de ofrecer, de compartir. Y la verdad es que la inmensa mayoría damos, compartimos y ofrecemos. Y también recibimos en estas fechas. Recibimos regalos, detalles, buenos deseos. Porque ¿qué es la Navidad? Celebración milenaria que poco o nada tiene que ver con el nacimiento de un bebé en Palestina. Tiene que ver con el Solsticio. En el templo de Abu Simbel un rayo de sol ilumina las estatuas de Amón-Ra y de Ramses II justo el 21 de diciembre. En el Panteón de Roma, el 21 de diciembre el rayo de sol iluminaba la estatua del emperador. En los complejos megalitícos como Stonehenge, las piedras se alinean para acoger el rayo de sol del solsticio. Eso es lo que marcaban los calendarios. Ahora el solsticio es lo de menos. Regalamos, ofrecemos, recibimos. El consumo nos hace iguales, como ya querían los regímenes autoritarios de principios del siglo XX. Qué malos son estos días de fin de año.