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De ruta por Tarragona: Las montañas de la media luna

Esta semana nos adentramos en una de las cumbres principales de la Serra de Tivissa-Vandellòs. Conviene estar atentos porque según el viajero Alexandre de Laborde, el lugar fue en otros tiempos célebre por sus peligros de toda índole.

El Mirador dels Dedals.

El Mirador dels Dedals.S. García

Santi García

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Las montañas de Tarragona dibujan una media luna que abraza el Camp de Tarragona desde el Gaià, al noreste, hasta el Llastres, al suroeste, formando un arco natural que separa la costa del interior. En su extremo meridional, donde se eleva el Coll de Balaguer, el paso hacia las Terres de l’Ebre, aparecen montañas discretas que pasan desapercibidas frente a la Serra de Llaberia, las Muntanyes de Prades o el Montsant: son la Serra de Tivissa-Vandellòs. Esta semana nos adentramos en una de las cumbres principales de esta sierra. Conviene estar atentos: según el viajero Alexandre de Laborde (1773-1842), el lugar fue en otros tiempos célebre por sus peligros de toda índole.

Instrucciones de la ruta

Conducimos hasta Vandellós y, al entrar en el municipio, giramos a la izquierda. Seguimos por el Camí dels Dedals hasta enlazar con el Camí de Ruït – Castelló, donde la pista se abre a la derecha. Conviene reducir la velocidad: la carretera está expuesta al vacío y apenas permite el paso de dos vehículos. Superado este tramo, aparcamos en el Mirador dels Dedals, punto de partida del recorrido, atalaya natural de la Serra de Llaberia.

La Serra de Llaberia vista desde el mirador.

La Serra de Llaberia vista desde el mirador.S. García

  • Instrucciones:
  • Distancia: 9 kilómetros
  • Desnivel positivo: 603 metros
  • Duración: 4 horas y 33 minutos
  • Dificultad física: Exigente

Retrocedemos hasta el último cruce y avanzamos por el ramal derecho, de nuevo el Camí dels Dedals, hasta la segunda bifurcación. Desde allí se obtiene una vista general de la ruta. Si seguimos con la mirada el perfil de las montañas, distinguiremos el Molló Puntaire, coronado por su vértice geodésico. Más a la izquierda, aparece el paso de montaña flanqueado por dos torres eléctricas: la Portella de Xato, donde tomaremos una pista forestal que nos devolverá al camino presente.

El Molló Puntaire.

El Molló Puntaire.S. García

En vez de continuar por el Camí dels Dedals, nos desviamos por el sendero que asciende al Collet del Parra y al Coll del Corral de Ca la Torre, donde ambos itinerarios confluyen. Progresamos hasta la tercera bifurcación, junto a una balsa, y afrontamos la subida a la cumbre. Después avanzamos por las alturas hasta la Portella de Xato para tomar el Camí de la Portella del Xato. En el cuarto cruce elegimos el sendero umbrío que gana altura hasta reencontrar el Camí dels Dedals.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos que presenta el camino.

Mapa de señalización del principio de la ruta.

Mapa de señalización del principio de la ruta.S. García

Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza exigente a juzgar por sus 9 kilómetros de distancia y 603 metros de desnivel positivo o subida, concentrándose el ascenso en la ida. En lo que respecta a la dificultad técnica, formada por los obstáculos o elementos que complican la progresión, destaca la pendiente pronunciada antes de la cumbre. No hay pasos expuestos al vacío, pero sí es recomendable ayudarse de las manos, sobre todo si el aire sopla con fuerza –algo habitual–.

Completar este itinerario circular requiere 4 horas y 33 minutos de movimiento, que se convierten en 3 horas y 39 minutos si añadimos el 25% de margen para paradas. El cálculo se ha hecho con un ritmo aproximado de 3 km/h en llano, 300 m/h de ascenso y 400 m/h de descenso, un paso moderado para la mayoría de los senderistas.

El Pessebre dels Estels

En la aproximación a la ruta quizá veamos un cartel que señala el camino hacia la Masía de Castelló, un núcleo abandonado cuya recuperación lleva décadas en manos de la asociación que lleva su nombre, fundada en 1998. Gracias a su labor voluntaria, el conjunto ha ido recuperando vida piedra a piedra, evitando el destino habitual de tantos pueblos olvidados.

Vista de las Terres de l’Ebre desde la cumbre.

Vista de las Terres de l’Ebre desde la cumbre.S. García

Según Contra l’oblit: els pobles abandonats a la demarcació de Tarragona, la actividad que realmente rescató a la Masía de Castelló del silencio fue el Pessebre dels Estels, un belén viviente que, desde hace años, convierte sus calles en un escenario luminoso y efímero.

Durante estos días puede visitarse, y vale la pena hacerlo: no solo por la representación, sino por la oportunidad de caminar por un pueblo que se resiste a desaparecer.

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