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Netflix entierra su estreno navideño, por Violeta Kovacsics

La tercera parte de “Puñales por la espalda”, la saga detectivesca protagonizada por Daniel Craig, tuvo poco recorrido en salas y ya está en Netflix

Josh O’Connor y Daniel Craig en la nueva entrega de “Puñales por la espalda”, Daniel Craig es Benoit Blanc.DT

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La tradición navideña dice que no hay nada mejor para estas fechas que una buena película de misterio. Y si hay una película de detectives en los últimos tiempos que sea fiel al sentido más canónico de las historias de intriga, esta es Puñales por la espalda. Creada y dirigida hace unos años por Rian Johnson, la cinta presentaba al detective Benoit Blanc, un hombre seguro de sí mismo, intuitivo, perspicaz como pocos e interpretado por un actor con porte como Daniel Craig. Johnson se lo pasaba pipa realizando una película que era como un juego, un homenaje al género que funcionaba más como un divertimento que como un artilugio con grandes ínfulas. En aquella primera entrega de Puñales por la espalda había un cierto discurso sobre el racismo y el clasismo intrínsecos en la sociedad estadounidense, pero lo más interesante no era eso, sino las idas y venidas en torno a quién pudo matar a un adinerado escritor de novela negra. La segunda película protagonizada por Craig y dirigida por Johnson pasó sin pena ni gloria, pues parecía sucumbir a la sombra de la primera. Ahora llega la tercera, titulada Puñales por la espalda: De entre los muertos, y puede que esta sea la más elaborada de las tres.

Puñales por la espalda: De entre los muertos se estrenó hace unas semanas en cines, apenas se habló de ella, y quedó medio enterrada en una cartelera tan llena de novedades que no perdona que no se haga suficiente promoción de un título que debería tener más de un reclamo. Ahora ha llegado a Netflix, siendo quizá un ejemplo de cómo la plataforma descuida (y descuidará) las películas que deberían poder verse en cine en unas mínimas condiciones. Se trata de una pista más de lo que puede llegar si los intentos por parte de Netflix de conquistar grandes productoras se confirman.

Seguramente, Puñales por la espalda: De entre los muertos sea la más cinemática de las tres entregas. Entre otras cosas, porque en algunos momentos juega de manera sugerente la carta de la nocturnidad. Asimismo, la historia revela que, de las tres, puede que esta sea la que intenta trascender el divertimento para reflexionar sobre algo más profundo. Y esta no es otra cosa que uno de los temas de moda: el de la religión, la fe y su idoneidad en nuestra época. El protagonista no es solo Benoit Blanc, el detective interpretado por Craig, sino también un cura encarnado por el actor de moda Josh O’Connor. Este último es un joven eclesiástico que, tras haberle dado un puñetazo a alguien, ha sido relegado a trabajar como ayudante de un sacerdote en un pequeño pueblo. Las maneras de entender la religión y sobre todo las labores de la iglesia serán sumamente diferentes entre el cura joven y el maduro. El primero cree en la bondad, en la redención, en la pureza; el segundo, en cambio, asienta sus procedimientos en la coacción y el miedo. Alrededor de ellos se construye toda una comunidad, que con el tiempo se convertirán en sospechosos de un asesinato.

Así, la cuestión de la fe, la de creer o no, será fundamental. El crimen cometido parecerá imposible, haciendo que Blanc, que se declara abiertamente agnóstico, dude de su principal pilar: la razón. Él, el detective, se significará con aquellos que consideran que no hay dios posible; mientras que el personaje de O’Connor defenderá todo lo contrario. El duelo entre los dos actores es encomiable, entre otras cosas porque ambos representan dos maneras diversas de actuar: el porte impertérrito de Craig y la humanidad cálida de O’Connor. Más allá de ellos, y de un misterio que termina enredándose, Puñales por la espalda: De entre los muertos destaca sobre todo por su atmósfera. Es aquí que, más allá de su forma de Cluedo, la película rezuma aires de estreno destacado para las fechas navideñas: tiene una persecución a plena noche digna de una película de terror, y un manejos del tono capaz de ir de lo cómico a la conmoción.