Encuentros
Amina Cain, una autora imprescindible
La exquisita editorial Plot publicó en 2021 “Indelicadeza”, la primera novela de la escritora Amina Cain, una autora a la altura de Rebecca Solnit o Jenny Offill, y nadie se dio cuenta

Portada del libro 'Indelicadeza' de Amina Cain
Título: Indelicadeza
Autora: Amina Cain
Editorial: Plot
La amistad no llega de la mano del amor, sino que este último transcurre a otro ritmo. A veces no pasa y solo se queda en camaradería o lealtad. A la escritura le sucede lo mismo en relación a la vida, solo que al revés: tan solo quien percibe la realidad como un texto en un sentido macro, accede a esa fina línea que separa lo que ha sucedido de verdad, de lo que no ha terminado de hacerlo y se ha quedado en un anhelo, en algo irrealizable.
Así ocurre en Indelicadeza, de Amina Cain, un libro que me causa sorpresa y me resuena, en el sentido más amplio de esas dos palabras. Para llegar a él, tuve que hacerlo gracias a una recomendación de alguien que trabajaba en una librería, que es la mejor forma de llegar a un libro, a través de este tipo de prescripción presencial, física. El título se publicó en 2021, y no me extraña que ustedes no lo conozcan, a menos que sigan de cerca la actividad del sello, que se topasen con él en una librería o que alguien se lo recomendase. Por ejemplo, en internet no es muy popular: una lectora de Amazon se confiesa horrorizada con la protagonista, porque no se siente identificada con ella y otro usuario le concede una oportunidad, pero al tener un tono íntimo y algo intelectualizado le pone una etiqueta, la de la estela de Virginia Woolf. La historia es la que sigue. Vitória trabaja como limpiadora en un museo y se queda embelesada con las obras de las salas que le corresponde mantener en orden. Cuando puede, escribe. Allí conoce a Antoinette, otra mujer que, como ella, apenas puede permitirse nada, más allá de respirar, pasear cerca del río negro hasta el lago negro e ir a trabajar. No obstante, las cosas un día cambian: Vitória se casa con un hombre rico que no ve con buenos ojos que su mujer lea o escriba, pero no le parece mal, en cambio, que no trabaje, pues no desea otra cosa en el mundo que ella sienta cierta paz. La narradora adopta un papel muy sincero, pero solo frente a sí misma, no de cara a los demás, con quien acostumbra a tener comportamientos deshonestos. Pero en una cosa sí que es transparente y es en su empeño por escribir. Resulta complicado, en este sentido, encontrar una novela contemporánea en la que ensayar sobre el deseo de escribir se convierta con tanta agilidad en un deseo irrefrenable por novelar. Cain ha dado con la punta del iceberg y con lo que está bajo el agua: en su texto hay amistad y amor, también vida y ficción. Y en conjunto hace que las cosas se entiendan, pero que por separado suenen mejor.