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'Todo va a estar bien', de PowerPaola, por Iván Pintor

En el centro de toda la obra de la historietista (Paola Gaviria) hay un gesto central, la caricia

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En el centro de toda la obra de la historietista de PowerPaola (Paola Gaviria), hay un gesto central, la caricia. El frágil titubeo, la indecisión, el contacto de las yemas de los dedos sobre la piel del amante, del amigo, del extraño anhelado incluso, constituye la encarnación visual de un movimiento hacia el otro que atraviesa todos los álbumes de esta autora colomboecuatoriana, desde Virus tropical (2009) hasta Por dentro (2012) o Todas las bicicletas que tuve (2022). Como en el cine del tailandés Apitchapong Weerasethakul, el otro se presenta como objeto de fascinación, más allá de género y condición, y es en la exposición de la vulnerabilidad donde las viñetas encuentran el germen de su continuidad.

“Me gusta dibujar manos”, afirma uno de los personajes de Todo va a estar bien, porque es en la distancia de la mano donde la caricia gana el terreno de los afectos. Viajes, la primera visita a Perú, la amistad, el sexo, los tiempos muertos en las esquinas de la cocina, una habitación o el estudio de dibujo configuran un retrato de la asunción emocional de la vida adulta ajeno a cualquier juicio. Cada vez más desapegados del magisterio fecundo de Julie Doucet o Aline Kominsky, los tiempos débiles de PowerPaola se enlazan como las conversaciones en el cine del coreano Hong Sang-soo, con un profundo sentido teatral a través del cual la aparente deriva de los relatos adquiere un registro tonal armónico, continuo, y un paradójico sentido del orden profundo.

  • Título: Todo va a estar bien
  • Autor: Power Paola 
  • Editorial: Apa-Apa Cómics
  • Precio: 19,90€

A través de la reivindicación de un dibujo texturado, como el que los bolígrafos bic dejaron durante décadas sobre la libreta de cualquier adolescente, no sólo comparece el imaginario del underground, sino también la humildad de una puesta en página al servicio de la introspección, del gesto mínimo, de la propia exposición de los medios empleados para el dibujo. Entre las viñetas, como la distancia de un agasajo a punto de ser realizado, se revela la necesidad de capturar las emociones antes de que se desvanezcan. Escuchar y acompañar aparecen como las divisas de un trazo que es, en sí mismo, también caricia, en ocasiones tan profunda que se clava sobre el blanco de la página y, a menudo, tan leve e ingrávido que parece escapar hacia el siguiente espacio entre viñetas, hacia la siguiente historia.

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