Tom Cruise es, sin duda, una de las grandes estrellas del Hollywood actual. Lo sabe. Mide bien sus apariciones públicas al igual que sus apariciones en películas. Levanta expectación allí por donde va y logra que el suspense le rodee de forma continuada. Y ese es el quid de la cuestión con Misión imposible, que llegada a su última entrega supone un adiós del actor de Siracusa (Nueva York) al personaje que tantas alegrías le ha proporcionado: el agente Ethan Hunt.
En su octava entrega de la franquicia, y a sus 62 años, Cruise no se ha cortado ni un pelo y ha vuelto a realizar él mismo todas las escenas peligrosas del filme, sin especialistas. Si alguien esperaba algo imposible se ha encontrado con un actor dispuesto a jugarse el pellejo con el fin de que el espectador entienda que lo que está viendo es real, no fruto de dobles ni de ‘stuntmen’ arriesgándose por el protagonista.
Junto a él, Christopher McQuarrie, el director de las cuatro últimas entregas de la saga, que ha preparado una Sentencia final digna del mejor cine de acción en pantalla grande. Sí, esta entrega ofrece numerosos guiños nostálgicos a sus siete predecesoras, pero creo que los fans de Misión imposible lo sabrán entender. ¿Por qué? Se lo pueden imaginar.
En Sentencia final vemos al agente Ethan Hunt continuando -tras cómo quedó en Sentencia mortal- su misión de impedir que Gabriel controle el tecnológicamente omnipotente programa de IA conocido como ‘the Entity’.
Una de las películas del año
Casi tres horas para sentirse vivo, tanto Cruise como los espectadores en la sala, gracias a las hazañas, peripecias y locuras del protagonista. Destacan dos escenas de acción realmente apabullantes: una bajo el mar y otra sobre el aire (abordo de unas avionetas). Sentencia final es una conclusión explosiva y emocionante a la serie fílmica que mantiene la adrenalina al máximo desde el principio hasta el final. Espectáculo puro para disfrutar del carisma de Cruise. Una superproducción refinada -como es habitual- y un desafío de proporciones bíblicas con secuencias mucho más intensas que dejan al espectador al borde de su asiento. Un escándalo para gozar del viaje.
Probablemente, los excesivos giros de guion acaben despistando por lo enrevesado del mismo. Es su punto más frágil. Pero supone un buen cierre con la explicación de dudas que quedaron en todas las películas desde la primera, de 1996.
Sentencia final es imprescindible. Una de las películas del año, aunque solo sea para poner el broche final a 29 años de una de las sagas de acción más relevantes de la historia del cine. Casi tres décadas y 8 películas que han contado con directores de la talla de Brian De Palma, John Woo o J. J. Abrams.
Satisfacción en el ¿definitivo adiós? de Tom Cruise a Ethan Hunt. Pero para Cruise nada parece imposible. Ni el final.
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‘Lilo y Stitch’
Esta divertida y conmovedora reinterpretación en acción real del clásico animado de Disney de 2002 es la historia de una niña hawaiana solitaria y un extraterrestre o fugitivo que la ayuda a recomponer su familia rota.
Un remake que enganchará a los niños, mientras introduce algunos cambios y aportaciones inteligentes sobre la película original. La Casa del Ratón ha sabido adaptar y hasta imitar buena parte del éxito que supone su predecesora. Seguramente, lo mejor de esta versión es que el corazón de la historia permanece íntegro. Tampoco es el mejor live-action que ha hecho Disney de sus películas -sin ir más lejos, aún peor es la fracasada y reciente Blancanieves -, pero a pesar de estar a un peldaño por debajo de La bella y la bestia cuenta con momentos entrañables y situaciones disparatadas. El filme ofrece algún giro a la trama original, pero mantiene la esencia que cautivó a millones de niños.
Como incomparable decorado se sitúan las paradisiacas playas de Hawaii, cuya quinta esencia en el hilo conductor de esta película, que muestra su arraigo a temas como familia y sentido de la lealtad.
