Boaz Hallebeek: el ‘debut’ de la constancia
El defensa neerlandés de 20 años, desde los 13 años en el Nàstic, debutó con el primer equipo en la Nova Creu Alta de Sabadell con un partido notable

Boaz Hallebeek en el césped del Estadi Nova Creu Alta después de su debut en el primer equipo con victoria por 0-1.
Boaz Hallebeek no olvidará jamás el 8 de abril de 2023. El futbolista de 20 años cumplió el sueño de centenares de niños que ingresan en la canteral del Nàstic: debutar con el primer equipo grana. Una meta que tuvo desde el primer día que entrenó con el equipo Infantil de segundo año. Siete años después, Boaz saltaba al césped del Estadi Nova Creu Alta de Sabadell culminaba su constancia con su estreno en los ‘grandes’.
El debut del jugador nacido en Utrecht (Países Bajos) no era de esos que se estuvieran cociendo en los interiores del Nou Estadi. Su nombre no figuraba entre los jugadores con más números de estrenarse con el primer equipo.
Esta temporada sí se ha vuelto asiduo en los entrenamientos. Especialmente, desde que Dani Vidal se ha hechi cargo del primer equipo. Pero ni aún así, parecía que pudiera tener esos minutos de gloria. Había otros, más adelantados. O eso parecía. Hasta que apareció el momento oportuno. La ventana que todo futbolista de un filial aguarda con ilusión.
Joan Oriol vio la quinta amarilla frente a La Nucía y se perdía el partido frente al Sabadell. El sustituto natural era Nil Jiménez, pero el técnico del Nàstic creyó oportuno llevarse a Boaz. Con Pol Domingo también ausente, en su caso por lesión, acudir a la Nova Creu Alta con dos laterales justos era un riesgo innecesario. Así que el neerlandés entraba en la convocatoria por primera vez en su carrera.
El de Malgrat salió de titular, pero cuando faltaba poco para llegar a la hora de juego, mientras calentaba en el fondo sur del estadio sabadellense, Boaz escuchó su nombre de boca de Dani Vidal. No podía ser otro. El mismo entrenador que le convenció de que podía ser mejor central que mediocentro cuando lo subió al Juvenil de División de Honor con 17 años. Con el que aprendió que tenía que ganar físico para ser jugador de fútbol. Vaya si le hizo caso. Boaz se ha convertido en uno de los futbolistas con más músculo del equipo.
El neerlandés entró en verde de Sabadell con confianza. Le tocaba bailar con Moha Keita, un futbolista de esos endemoniados, que marean solo de mirarle. Se las prometía felices el senegalense cuando vio a un joven futbolista de 20 años salir a taparle. El mismo que acabaría frustándole y llevándole a buscarse la vida en el otro costado, donde tampoco le fue mejor con Tirlea.
En su primera media hora en el primer equipo Boaz Hallebeek se mostró seguro. Un futbolista disciplinado, como los que le conocen señalan como uno de sus rasgos identitarios.
Entró para que cerrar el costado izquierdo y cumplió a la perfección. No se trata de un lateral de carreras ofensivas constantes. Prefiera la calidad a la cantidad. Si hay que subir, que sea para sacar provecho. En Sabadell se prodigó lo justo. Las órdenes eran estrictas y su cumplimiento obligado para sumar una victoria vital para la permanencia.
Si encima su compañero de banda era Aarón Rey, la consigna era clara en ataque, dársela al gallego. Dicho y hecho. Boaz contribuyó al éxito del equipo y a cerrar una tarde inolvidable.
El debut de Boaz Hallebeek es el premio a la constancia. Nunca destacaba, pero siempre estaba ahí. La única vez que despuntó le llevó al Nàstic. Paco Pastor, su entrenador en el Infantil del Cambrils Unió, firmó por la cantera grana y se llevó a varios jugadores de su exequipo. Entre ellos, Boaz. Un primer año en la Budellera que firmó con el ascenso a División de Honor de la categoría.
En cadete comenzó a tomarse más en serio lo del fútbol. Hasta entonces era solo diversión. Una cuestión puramente cultural. En los Países Bajos o estás en una cantera de primer nivel o el fútbol base es un pasatiempo. Tanto como para que los propios padres actúen de árbitros o que no exista la regla del fuera de juego. Entre otras cosas.
Así sucedía cuando jugaba junto a sus amigos en el pueblo de Bilthoven, donde se crió, o en el Dolderse Sportclub DOSC, su primer equipo de fútbol. A los 10 años llegó el cambio. Su familia quiso iniciar una nueva vida a 1.500 kilómetros de distancia, en Cambrils.
Una frustración en el joven de 10 años que pronto fue superada para adaptarse a un clima más apacible y un vida que no cambiaría por nada del mundo. Una historia que el 8 de abril de 2023 contaría con uno de los capítulos más inolvidables para Boaz. Su debut con el primer equipo del Nàstic.