Proliferan los minicréditos para sobrellevar la inflación

También se incrementan las tarjetas ‘revolving’ y otros préstamos fáciles

El ahorro acumulado durante la pandemia no está siendo suficiente para que las familias españolas hagan frente a la subida de precios derivada de la crisis energética. Con una inflación disparada al 10,8% en julio, los hogares con menores tasas de ahorro han apostado en los últimos meses por incrementar su endeudamiento como fórmula para encarar mayores gastos, con un notable aumento del crédito al consumo en el que productos como minicréditos, préstamos fáciles o tarjetas 'revolving' vuelven a ganar protagonismo. Sorprende especialmente la evolución al alza de estos últimos, tras años de mucha litigiosidad que redujeron de forma notable su presencia en el escaparate bancario.

Los datos del Banco de España reflejan cómo el importe de las nuevas operaciones de los créditos 'revolving' alcanzó en junio los 11.419 millones de euros. Una cifra que supone un 13,5% más respecto a los 10.000 millones de diciembre de 2021. El dato supera, además, todos los volúmenes que mes a mes se registraron el año pasado. Y también los 11.395 millones que este tipo de préstamos suponía en febrero de 2020, justo antes del estallido de la pandemia y de la sentencia clave del Tribunal Supremo que calificó de usurarios los tipos de interés aplicados por estas tarjetas que fuesen «notablemente superiores al interés normal del dinero».

Las 'revolving' son un tipo de tarjeta en la que el usuario dispone de un límite de crédito determinado, que puede devolverse a plazos, a través de cuotas periódicas. Según informan desde el Portal del Cliente Bancario del Banco de España, estas cuotas pueden establecerse bien como un porcentaje de la deuda existente, o bien como una cuota fija. Pagos periódicos que el cliente puede elegir y cambiar dentro de unos mínimos establecidos por la entidad.

Su peculiaridad reside en que la deuda derivada del crédito se 'renueva' mensualmente. Es decir, disminuye con los abonos que se hacen a través del pago de las cuotas, pero aumenta mediante el uso de la tarjeta (pagos, reintegros en cajero, etc), así como con los intereses, las comisiones y otros gastos generados que se financian conjuntamente.

Una cuota mensual baja

Esta característica tiene sus consecuencias. Por una parte, si se paga una cuota mensual baja respecto al importe de la deuda, la amortización del principal se realizará a un plazo muy largo, lo que puede derivar en que se tengan que pagar muchos intereses que van engordando como una auténtica bola de nieve en el tiempo.

El problema es que esos intereses que se aplican son, de base, mucho más elevados que los de los créditos personales habituales, pudiendo generar deudas finales imposibles de pagar por los consumidores. En febrero de 2020, antes de la primera sentencia del Supremo, el tipo de interés medio que las entidades aplicaban a las 'revolving' se situaba en el 19,8% y, tras el fallo, bajó casi un punto hasta el 18,9%.

A cierre de junio, últimos datos disponibles, los tipos aplicados rondaban el 18,15% de media, según el Banco de España. Y en algunos casos superan incluso el 20%. Endeudarse en vacaciones Si se tienen en cuenta todos los créditos al consumo, el saldo vivo al cierre de junio se situó en 187.950 millones de euros.

La cifra supone un 5% más que a principios de año y ese porcentaje de subida se apoya en ese crecimiento de los préstamos personales y de las 'revolving' ante la necesidad de financiar, por ejemplo, las vacaciones de verano. El problema es que esta situación se produce en un momento en el que, según el último Informe de Estabilidad Financiera del supervisor, los criterios de concesión de préstamos y las condiciones aplicadas se endurecieron en el segundo trimestre del año «de forma generalizada», con la previsión de que en los próximos meses esta tendencia se prolongue.

Tirar de ahorros

Es la pescadilla que se muerde la cola. El Banco de España advierte de que los hogares de menores renta ya han comenzado a tirar de sus ahorros para hacer frente a los gastos básicos, ante la necesidad de destinar mayor parte de su presupuesto a la factura energética. Y alerta, además, de que la proporción de familias endeudadas con menores ingresos es superior al grupo de aquellas con mayores rentas, «por lo que la capacidad de repago de sus deudas se vería comparativamente más afectada ante un aumento de los precios de la energía».

Es decir, en el sector financiero ya se detecta cierto temor a un repunte de la morosidad en este colectivo. Una situación que la banca no se puede permitir tras haber logrado mantener sus niveles de impago a raya durante los dos últimos años de pandemia. Frente a los peores augurios que apuntaban a picos de mora superiores al 10% al comienzo de la crisis sanitaria, el dato bajó en mayo al 4,18%, su nivel más bajo desde enero de 2009.

El reto es que un posible incremento de la morosidad relacionada con el crédito al consumo no estropee la tendencia. La de los bancos y la de los propios clientes más endeudados. En este escenario, la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) alerta de la necesidad de tomar medidas para proteger a los consumidores «más vulnerables» frente a la elevada inflación y ante ese endurecimiento del acceso al crédito que podría llevar a este colectivo a buscar «alternativas en condiciones mucho más graves como las 'revolving' y créditos rápidos».