Ramón

Las gentes enseguida olvidan a los ídolos, a los luchadores por sus ideales y quieren cambiarlos por otros nuevos. Estos me hacen expresar lo visto recientemente en el Mutua Madrid Open de tenis. Qué pronto se olvidan algunos de lo mucho que ha dado por el deporte, en concreto por el tenis mundial, Rafa Nadal, un ejemplar digno de estudio científico

Abril hizo honor a su dicho «aguas mil» y así llegamos a mayo con sus flores. También los hay que vieron a abril de forma poética y lo hicieron de forma maravillosa como fue Carlos Cano que nos obsequió su Luna de abril y nos deleitaba con frases como «flor de la vida al corazón», «Abril para vivir», un tributo poético al 25 de abril de 1974 y al autor de una canción que fue eje básico de un cambio de pensar y de regir un país.

A los que nos gusta leer, en el mes de abril hay un día muy señalado, el día del libro, que coincide con el día de San Jordi cuando se regalan rosas y libros. Este año recibí como regalo el último escrito por Luis Landero Una historia ridícula. He leído casi todo lo escrito por este autor. Lo considero un hábil con las letras, te hace disfrutar, pero sobretodo te abre a pensar. En este último libro nos deleita con Marcial, una persona un tanto peculiar que se enamora de Pepita. Cosas del trama hacia el final de la historia se entera que su familia y seres cercanos la llaman Marijó, Marisé y Mariajo. No quiero plasmar el intríngulis del tema, solamente me quedo en que Marcial trabajaba en un matadero, Pepita es de clase media-alta y cuando es invitado a una reunión familiar a demostrar sus cualidades narrativas, se desarrolla una situación ridícula, que personalmente considero esperpéntica. Todo lo leído me hizo llegar a mis recuerdos y a mi compromiso con una persona que me recordó en gran manera al protagonista de la mencionada historia ridícula. El leer Una historia ridícula me ha recordado mucho al protagonista Marcial con Ramón. En la vida hay personajes que aparentemente son oscuros, ambiguos, simples, pero cuando profundizas en ellos son más listos que el hambre.

Además, como se acabó abril y entramos en mayo, este cambio cuadró los elementos necesarios para elaborar este tributo a una persona que marcó el enfoque de como ver la vida. Fue el mes de mayo del año 1981 cuando conocí a Ramón. Yo empezaba un nuevo periplo en mi vida profesional, con muchas ilusiones y empeños. Ramón formaba parte del equipo al que me incorporaba y en un principio me resultó peculiar. Con el tiempo fui cambiando mi opinión inicial y llegué a entender muchas cosas de su manera de ser. Me fui embebiendo de sus vivencias, conocí sus habilidades en el dibujo, en la historia de Tarragona, en la de Cataluña y no digamos sobre los castells i castellers. Además, siempre me decía que «jo vinc d’un silenci antic i molt llag». Pero sobre todo conocí sus planteamientos ante la vida y el posicionamiento de las personas en sus ideales. Amigablemente le llamaba Quasimodo, por recordarme al protagonista de la novela de Victor Hugo Notre Dame de Paris. Sin embargo, para muchos Ramón era como «el chico de los recados», solamente para unos pocos era un personaje peculiar en su manera de ser y de pensar. Sin quererlo fui introduciendo en mi manera de pensar una filosofía llana, entendible, ácida y difícilmente realizable. Todo un lujo.

Basta con un par de ejemplos que paso a relatar. Las gentes enseguida olvidan a los ídolos, a los luchadores por sus ideales y quieren cambiarlos por otros nuevos. Estos me hacen expresar lo visto recientemente en el MM de tenis celebrado en Madrid. En el encuentro entre Nadal y Alcaraz, la mayoría de los que estaban presentes lo debían hacer para figurar, sobre todo los que estaban más cerca del partido. Cuando les enfocaban, estaban más pendientes del móvil que de la pelea histórica. Me recordaban a la familia de Pepita, más pendientes del figureo que de las expresiones del actor, salvo al final cuando el desenlace del acto. Llegué a ver varias veces enfocados por la cámara a una pareja, no de jovencitos, que mostraba una pequeña pancarta en la que ya tachaban a Rafa y remarcaban a Alcaraz. Qué pronto se olvidan algunos de lo mucho que ha dado por el deporte, en concreto por el tenis mundial, un ejemplar digno de estudio científico. Ya me lo recordaba Ramón siempre, los hay que ni para barrer sirven y se piensan que son señores.

Siguiendo con la estulticia, los que se creen que son sabios, doctos y señores, sin saberlo ellos están enjaulados y no dejan de ser esclavos del poder que los manda o les paga. Lo digo en colación a la reciente invasión de noticias con la ya conocida por casi todos de la viruela del mono. Comida de tarro para que se vayan olvidando los problemas básicos y sustanciales en los días que corren. Podríamos decir ¡Que viene el coco!, cuando serán pocos casos, en principio sin muchas agresividad, dejando de lado problemas importantes en sanidad como son las listas de espera, el hundimiento de la sanidad pública, la desatención de la primaria y el cansancio acumulado de los sanitarios, por decir algo. Hay que ser más astutos en lo cotidiano y no dejarnos embaucar, cómo me plasmó Ramón. Para ello hay que seguir otros cánones a los establecidos por el poder. El posicionamiento seguido por Ramón siempre me hizo pensar en aquel dicho y Ramón fuera el más guapo (listo) de la reunión.

Con todo lo escrito, la moraleja es muy sencilla, hacen falta más ramones y no tantos mamones o como los quieran denominar, esos que van despreciando a los demás.

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