El paro de muy larga duración se dispara en Tarragona
Unos 13.600 tarraconenses, un tercio del total, llevan más de dos años desempleados. La cifra ha aumentado un 35% respecto a antes de la Covid. Nuevas medidas intentan paliarlo
Unos 13.600 tarraconenses llevan más de dos años en paro. Son los llamados desempleados de muy larga duración. Es un tercio, en concreto un 33%, del total de personas sin un trabajo en la provincia. Más de 18.000, cuatro de cada diez, sufren esa misma situación durante al menos un año. Pueden ser considerados parados, simplemente, de larga duración. Es una realidad algo más benévola pero todos ellos son perfiles de personas que, a pesar de su empeño, no consiguen recolocarse.
Es la parte oscura de las buenas cifras, en general, del mercado laboral en 2022 en Tarragona. El trabajo, de momento, se salva del golpeo económico de la inflación, pero hay una bolsa cronificada de población que no logra ocupación, toda una losa que arrastran, a veces de forma desesperada, quienes aspiran a un puesto y no tienen resultado.
Cierto es que los parados de más de un año han bajado en la provincia alrededor de 5.000 en el último año, pero aún no se han alcanzado las cifras precovid, como sí ha sucedido en otros perfiles.
En diciembre de 2019, justo antes de la irrupción de la pandemia, había 16.182 que llevaban más de un año en las listas del INEM. En diciembre de 2022, últimos datos disponibles, eran esos 18.016, un 11% más que antes.
Pero aún es más grave lo que sucede con los casos extremos, aquellos que sobrepasan los 24 meses aguardando un puesto de trabajo: de 10.095 personas a 13.638, de forma que ese desempleo de muy larga duración se ha disparado un 35%. Lo hace mientras el resto de categorías, según el tiempo que se lleva en listas, descienden con claridad. Es decir, que el número de personas que pasan llevan tres, seis o nueve meses sin trabajar va descendiendo pero suben precisamente aquellos que acumulan mayores demoras.
La situación responde a una lógica que se reproduce: cuanto más tiempo se pasa en desempleo, más difícil es encontrar un lugar para trabajar. La tasa de transición al empleo para los que llevan menos de un año en las listas es del 37,2%. La de aquellos que permanecen entre dos y tres años es de 11% y entre quienes superan los cuatro años se queda en el 7%.
¿Cuál es el perfil de estos tarraconenses? La mayoría tienen solo la educación general básica y hay un claro componente de género. El 62% de las personas con más de un año en paro son mujeres en Tarragona (11.200 frente a 6.800), es decir, dos de cada tres. Un poco más elevada es la proporción en el desempleo de más de dos años, ya que se eleva a un 63% en el caso de las féminas, lo que demuestra que son ellas las que padecen mucho más ese agravio. Un 71% de estas personas pertenecen al sector servicios. Ocho de cada diez son españolas. Otro de los indicadores más llamativos al respecto es el de la edad. A pesar de los problemas que acarrea el paro juvenil, el de larga duración afecta sobre todo a los más mayores, a un perfil de personas cuya reincorporación al mercado de trabajo se vuelve una quimera pasado un cierto umbral. El 68% de los que llevan más de dos años sin trabajar tienen más de 50 y es la franja de 60 a 64 la más numerosa, según los balances del Observatori del Treball i Model Productiu del Departament d’Empresa. En el caso de los que esperan más de un año, el 64% tiene más de 50.
En clave demarcaciones, hay algunas diferencias. En el Camp de Tarragona, el 42% de los desempleados llevan más de 12 meses buscando una nómina. Aún es superior el porcentaje en las Terres de l’Ebre, donde un 44% del total están en esa situación. En 2010, ese paro de larga duración era del 31% en el Camp y del 34% en tierras ebrenses.
Rafael Doménech, responsable de análisis económicos de BBVA Research, expone que uno de los retos del mercado laboral para este 2023 es «diseñar y adoptar nuevas políticas activas del mercado de trabajo» para «reducir el desempleo de larga duración», entre otros desafíos.
«La reinserción es un reto»
El Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo publicado por el Instituto EY-Sagardoy de Talento e Innovación, BBVA Research y FEDEA indica que «durante la pandemia se ha producido un considerable aumento en el peso del paro de larga duración» y lanza una advertencia: «La reinserción de estas personas es un reto prioritario en los próximos meses. Es probable que su número vaya bajando en paralelo al crecimiento del empleo, pero la experiencia de la Gran Recesión indica que resulta muy costoso retornar a los niveles precrisis. Por ello, la activación de estas personas debería ser una prioridad de los servicios públicos de empleo».
Más allá del tiempo que se figura en las listas oficiales para lograr empleo, la inserción de los de más de 45 años es otra de las cuentas pendientes para la administración. Los 24.264 parados de esas franjas son prácticamente los mismos que había en diciembre de 2019, antes de la pandemia, con lo cual ese tipo de desempleo apenas se ha conseguido reducir, pese a las mejoras generalizadas. El Consejo de Ministros acaba de aprobar un Real Decreto-ley de incentivos a la contratación laboral. Ofrece a las empresas una batería de bonificaciones en las cotizaciones sociales para que den empleo a parados de larga duración, jóvenes y mujeres sin formación o mayores de 45.
El objetivo es, básicamente, que las ayudas públicas se destinen exclusivamente al empleo estable y no al temporal, y promover la contratación indefinida para quienes tienen más dificultades a la hora de conseguir empleo. En ese sentido, la Fundació Pimec celebra que el Ministerio de Trabajo fomente la contratación de mayores de 45.
Un informe de Adecco del año pasado establecía que los parados de larga duración representan un 30% del total de desempleados del país, con un total de 954.400 personas sin empleo desde hace, al menos, dos años, 16.600 más que hace un año, según datos del Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo.
El director del Adecco Group Institute, Javier Blasco, ha explicado con respecto al paro de larga duración que se corresponde con «colectivos de todas las edades y con escasa cualificación», algo que hace que se dificulte su inserción en el mercado laboral.
Añade que «nuestro mercado de trabajo necesita responder a retos como la prolongación de la vida laboral y el necesario envejecimiento activo, la necesidad de recualificación constante para alcanzar niveles de capacitación, productividad y retribuciones mejores que los actuales».
«Quiero trabajar de lo que sea pero no me llaman»
Aitor Nisa tiene 32 años, el último de ellos sin trabajar. Está buscando un empleo insistentemente, pero, por el momento, sin resultado. «Voy buscando en diferentes sitios, en alimentación, en supermercados, pero no me llaman. Estoy dispuesto a trabajar de lo que sea, de lo que me salga, pero no hay manera. Tengo esperanza en que me llamen, aunque sea para unas horas», explica este joven reusense. Busca en portales a la caza de alguna oferta y envía su currículum para intentar poner fin a su situación. Es uno de esos desempleados de larga duración que empañan la buena dinámica del mercado laboral.
No cobra ninguna prestación, así que desde hace meses no recibe ingresos. «Llevo ya un año así», explica. Su madre está en una situación parecida, desempleada, aunque percibiendo una prestación, que se añade a lo que gana la pareja de ella. «No es que tengamos problemas para llegar a final de mes, porque nos organizamos bien, pero es complicado porque en casa somos dos parados de tres, y yo quiero empezar a trabajar ya», explica. Su último empleo fue regentar un bar en un campo de fútbol. De hecho, Aitor viene, además, de tiempos complicados en el mundo de la hostelería, uno de los ámbitos en los que más ha trabajado. «Debido a la pandemia hemos tenido que estar cerrados durante mucho tiempo, o con restricciones», relata.
Seis de cada diez parados en Tarragona tienen más de 45 años
La edad sigue siendo un lastre para encontrar un puesto de trabajo. El 58% de los desempleados en Tarragona tienen más de 45 años. Son 24.264 del total de 41.711, prácticamente seis de cada diez, según el último balance, relativo a diciembre de 2022.
A nivel catalán, la inercia generalizada es de descenso, aunque a ritmos distintos. «El grupo de 16 a 24 años ha incrementado el número de parados en relación al anterior diciembre de forma discreta (+0,2%, 47 personas)», indica el Butlletí del Perfil de l’Atur, publicado recientemente por el Observatori del Treball i Model Productiu. El informe añade que «el grupo de 30 a 44 años muestra la reducción más intensa (-9%, 9.721 personas menos), seguida por el tramo de 45 años y más (-5,7%, 12.306 personas menos».
En la provincia, la franja que va de los 55 a los 64 años es la más numerosa en la cola del paro. Solo en ese segmento hay casi 14.000 personas desempleadas –tantas como en el colectivo de 25 a 44, que abarca a buena parte de la juventud–. Es un 33% del global. La velocidad de generación de empleo es distinta según los territorios. En el Camp de Tarragona, el paro en mayores de 45 solo desciende un 9% en el último año, el retroceso más bajo, también inferior a la bajada media de esa demarcación (casi un 13%). En las Terres de l’Ebre cae un 8,4%, por debajo de la media (-9,4%).
Otro indicador de las estadísticas oficiales de trabajo es el de los demandantes de ocupación. En diciembre había 67.840 en la provincia. De esas personas, el 56% tienen más de 45 años, en un perfil en el que las mujeres vuelven a ser mayoría.
Son las aristas más negativas de un mercado de trabajo que firmó en 2022 un año excepcional, aunque con claroscuros y un borrón de última hora. Tarragona fue la cuarta provincia de España donde más bajó el paro el año pasado. También fue el lugar donde los contratos se desplomaron un 31% en diciembre, toda una debacle que puede presagiar un cambio de tendencia para este 2023. Eso sí, el balance general fue muy positivo: el desempleo terminó el año en las cotas más bajas desde 2007.