Las viviendas y la industria de Tarragona, atrasadas en los Next Generation

La investigación logra más ayudas que las empresas en Tarragona. La Generalitat cree que el sector industrial va rezagado en la captación de fondos. Las comunidades de vecinos, reacias a optar a ayudas

Àliter Group, una empresa de Reus, ha logrado más de 900.000 euros para dos proyectos de energía fotovoltaica en el marco de dos citas estatales englobadas bajo el paraguas de los Next Generation. Lear, en Valls, ha conseguido 720.090 euros de la convocatoria Moves de impulso a la movilidad eficiente y sostenible. La inversión prevista es de 3,1 millones.

Mahle Behr, en Montblanc, también ha hecho lo propio: 151.620 euros de un programa para actuaciones ligadas al autoconsumo y almacenamiento de fuentes de energía renovables. Son tres casos de éxito de la industria tarraconense en su desafío de captar fondos Next Generation. Pese a ello, la Generalitat sostiene que «Tarragona, con el peso que tiene la industria, tendría que tener una mayor representación en el acceso a estos fondos europeos, en cuestiones como la digitalización o la sostenibilidad».

Cierto es que se está a mitad de la partida. Aún quedan numerosas convocatorias por abrir y susceptibles para que el tejido económico opte a ellas. Pero también es verdad que, en algunos frentes, hay riesgo de que se estén perdiendo oportunidades. Un ejemplo: Catalunya ha recibido 21,6 millones para proyectos de investigación e inteligencia artificial. De los 102,4 millones de euros repartidos por toda España, un 21,1% han ido a parar a Catalunya. En concreto, 48 entidades catalanas de beneficiarán de esas ayudas, cuatro de Catalunya Central y 44 de Barcelona. No hay ninguna compañía de Tarragona.

A juzgar por los datos de la Generalitat sobre el despliegue de fondos en la provincia, las empresas están teniendo más dificultades que la administración para acceder a estas ayudas europeas.

En Tarragona se han distribuido hasta el momento 81 millones de euros, ya asignados. Casi la mitad, 45,1 millones, han ido a parar a corporaciones locales. Es el triple de lo que han logrado las empresas (13,5). Incluso los centros de investigación y formación han conseguido más (16,4).

Preparar bien los proyectos

Varios obstáculos se interponen en el aluvión de convocatorias que se publican a diario. Saber en cuál encaja mejor un determinado proyecto de una empresa, desenvolverse en la maraña burocrática y conocer el tiempo que se tiene son algunos de esos frenos que la administración intenta paliar con el asesoramiento y la orientación. «Existen oportunidades para aprovechar los fondos europeos e impulsar proyectos, pero hay que prepararlos bien y dedicar recursos», indica la Generalitat.

La administración catalana también abre convocatorias. En el Camp y el Ebre, cuatro ayuntamientos y la Diputació de Tarragona han recibido 20 millones de euros para los planes de sostenibilidad turística en destinos, con el objetivo de hacerlos más competitivos y sostenibles. Un centro de investigación, cuatro ayuntamientos, 107 empresas y 334 particulares se reparten 5,2 millones en ayudas para autoconsumo y almacenamiento de renovables. Por otra parte, 13 municipios, casi 50 compañías y 500 particulares se han beneficiado de incentivos a la modalidad eléctrica por 5,1 millones. Puede parecer un suculento bombardeo de dinero pero su mismo ingente volumen se vuelve contraproducente en tanto que abanico muy diverso de posibilidades difícil de acotar y discernir.

Estos fondos tienen, pues, luces y sombras. Lo resume bien Octavi Bono, coordinador de los proyectos transversales, Next Generation Funds de la Diputació: «Sin ninguna duda son una oportunidad. Se reaccionó rápido por parte de las autoridades europeas, se establecieron objetivos muy ambiciosos y el volumen de recursos es muy importante». Bono matiza luego: «También es verdad que la gestión de todo esto, con objetivos tan ambiciosos, plazos tan cortos, con la novedad que supone y con la rigidez habitual del sector público, hacen que su despliegue esté siendo difícil».

La UE no se proponía solo, en su punto de partida, impulsar ayudas y subvenciones para vehicular una recuperación de la pandemia, sino aprovechar la circunstancia para transformar la economía en base a criterios fundamentalmente de digitalización y sostenibilidad. Y hacerlo, además, de forma intensiva, en un corto espacio de tiempo de tres años.

Miriam Pérez, directora del área de fondos europeos Catalanya en PwC España, reconoce que «de la expectativa hemos pasado al desencanto», ya que «se han hecho cosas buenas pero sobre otras hay que reflexionar».

El reto de dar velocidad

Pérez emplaza, igual que la Generalitat, a la movilización del tejido económico («ahora las empresas tienen que planificar más y no ser tan reactivas», dice) pero también es crítica con el despliegue y los niveles de ejecución. «Queda el reto de dar velocidad, las ayudas no están llegando al tejido empresarial tan rápido como nos gustaría», lamenta.

Otro frente abierto se libra en las comunidades de vecinos. También ahí existen algunas dificultades. «Aunque las ayudas están vinculadas a una eficiencia energética, también servirán para rehabilitar fachadas. Si en una obra se llega a un tanto por ciento determinado de eficiencia, la comunidad recibe una bonificación», narra Fabián Huguet, presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona.

Precariedad económica

Huguet señala algunos inconvenientes: «El problema es que muchas comunidades no pueden llegar al mínimo de eficiencia energética. Es decir, es posible que para alcanzarla se tenga que incrementar la obra y, por otro lado, si la comunidad recibe un 30% de bonificación, los propietarios tienen que pagar el 70% restante y no olvidemos que la situación económica actual no es buena». Huguet reconoce que «estamos en pleno proceso de explicar y de pedir subvenciones pero ahora mismo prácticamente no se han realizado obras».

El problema, en el fondo, es de mentalidad. «Vamos a explicarlo a las comunidades y cuesta mucho venderlo porque aún no hay una mentalidad de ahorro energético. Cuesta que vean que la eficiencia de la energía también comporta menos costes», indica Huguet. El otro freno tiene que ver con el tiempo y la cuenta atrás: «Las comunidades son muy lentas, tienen un ritmo bajo a la hora de tomar decisiones y eso también juega en contra. Si no se corrige a tiempo, puede que esto acabe siendo una gran oportunidad perdida». Organismos como el propio Col·legi d’Administradors de Finques o el Col·legi d’Aparelladors, Arquitectes Tècnics i Enginyers d’Edificació de Tarragona (COAATT) se encargan de vehicular todas las peticiones.

Un alcance transversal: del autoconsumo al hidrógeno verde

Los fondos Next Generation son unas ayudas que parten de la UE para transformar la economía en un tiempo exprés en base a criterios como la digitalización y la sostenibilidad. De ahí que las subvenciones tengan un alcance tan transversal, que van de las renovables al autoconsumo, la transición energética o la economía circular.

La descarbonización de la industria es otro frente abierto en el que Tarragona tiene mucho que decir. De hecho, está prevista en el polígono norte la construcción de una planta de hidrógeno verde que suministre energía al polígono petroquímico. El ambicioso proyecto pretende contar con fondos europeos.

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