Un nuevo ICAC para conmemorar los 20 años

Cuando la Unesco reconoció el conjunto arqueológico de Tarraco como Patrimonio de la Humanidad, las instituciones del momento consideraron que debía crearse un instituto de investigación para contribuir en la gestión de este rico patrimonio arqueológico y que este debía ubicarse en Tarragona. Así nacía el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), un centro adscrito a la URV, que el próximo otoño cumplirá veinte años y que en cierto modo vive un punto de inflexión en su trayectoria.

Su director, Josep Maria Palet, sitúa el inicio de esta proceso de cambio en 2018, cuando asumió el cargo. «En aquellos momentos apostamos por el crecimiento en cuanto a investigadores, proyectos y en hacer del ICAC un centro de investigación con mucha presencia internacional». Esto se nota en el personal, que ha pasado de una cuarentena de trabajadores a 55, de hasta siete nacionalidades. Asimismo, la institución está colaborando en proyectos en todo el Mediterráneo, además de Pakistán, India, Turquía, Egipto y América del Sur. «Es un proceso de cambio que coincide con estos veinte años y con la consolidación de este crecimiento que hemos experimentado», añade Palet.

El centro no tan solo ha tenido que afrontar el reto de ubicar a más personal. «La investigación que estamos haciendo es diferente a la de los inicios», sigue explicando su director. Y esto comporta nuevas necesidades que han obligado a reformar su sede, en la Plaça d’en Rovellat, con un nuevo laboratorio de microscopia, otro de bioarqueología y un tercero de arqueología computacional. «Seremos el primer centro de investigación de letras que investigue a este nivel en matemáticas, informática y supercomputación», afirma Palet.

La reforma ha supuesto una inversión de unos 40.000 euros. «La idea es hacer un ICAC de cara a los próximos diez años», manifiesta su director. El espacio es el que es, la sede de la Part Alta se está empezando a quedar pequeña y cuando se habló de la recuperación de la Tabacalera se apuntó que sería una de las instituciones que se trasladaría al nuevo emplazamiento. Sin embargo, este proyecto se está dilatando. «Si Tarragona quiere crear allí un espacio de cultura potente seremos los primeros en apuntarnos, lo que pasa es que en clave ICAC tirar esto adelante significa que alguien debe poner el dinero y mantenerlo en marcha, porque estábamos hablando de triplicar el espacio», argumenta Palet. A la espera de que las diferentes piezas acaben de encajar se han impulsado las obras, aunque no se descarta que en un futuro inmediato el centro tenga que alquilar unas nuevas dependencias e incluso se abre la puerta a que el Ayuntamiento ceda un espacio en las naves junto al Francolí, como depósito de materiales.

El ICAC escribe la arqueología del siglo XXI, una disciplina que más allá del cepillo y las botas, para trabajar en el campo, ha incorporado drones, microscopios y una supercomputadora a la que no se le escapa nada de lo que esconden los yacimientos. «Cada vez nos perecemos más a la policía científica», afirma este arqueólogo.

Cerca TGN

El objetivo es claro: situar la arqueología clásica de Catalunya al máximo nivel. Y el ICAC se está haciendo un hueco entre los grandes. El centro forma parte de la marca Cerca Catalunya, que hace de paraguas de los 42 institutos reconocidos y financiados por la Generalitat, en los que se incluyen especialistas en nanotecnología, biomedicina y energía, entre otros. Allí comparten inquietudes con el ICIQ, el IPHES y el Institut Pere Virgili, los cuatro centros de investigación adscritos a la URV y que están trabajando en la creación de la marca Cerca TGN.

«La sociedad percibe la Rovira i Virgili como algo muy importante, pero los Cerca no somos tan visibles ya que el impacto social de la ciencia es menor», afirma Palet. Este asegura que hay que asumir una parte de «autocrítica». «A los investigadores nos cuesta mucho transmitir el impacto de nuestra investigación a la sociedad».

La investigación es el alma mater del centro, que a lo largo de su trayectoria ha contribuido a generar a un centenar de doctores. Un trabajo que se complementa con la formación. Y, en este sentido, el año que viene se pondrá en marcha un nuevo máster en Arqueología Clásica Aplicada, junto con la URV y la UAB. «Los másters son muy importantes para la captación de estudiantes, ya que los centros de investigación que no están vinculados a la universidad tienen un problema, porque no hay jóvenes y estos son importantísimos en cuanto a la innovación», justifica Palet. Algunos de estos postdoctores son los que dirigen ahora los grupos de investigación, ya que puede afirmarse que el centro ha crecido gracias a esta nueva generación de profesionales que este mismo contribuyó en formar. Todo esto ha hecho del ICAC un espacio con un ADN singular. «Queremos un centro en el que se haga una investigación en arqueología clásica nueva, innovadora, de impacto y altamente especializada, aventurándonos a abrir nuevos caminos, y con una investigación que tenga un impacto en la sociedad», defiende su director.

¿Se ha conseguido el objetivo de hace veinte años de tener una institución referente en Catalunya en materia de patrimonio histórico? Palet es categórico: «La decisión de ubicar el ICAC en Tarragona fue un acierto que ha revertido en la ciudad. Desde el punto de vista académico, científico y universitario, el impacto es absoluto y en materia de historia y arqueología Tarragona es un polo importantísimo, junto con la UB y la UAB».

Muy a menudo se ha lamentado que las instituciones no han aprovechado suficientemente este conocimiento en la gestión del patrimonio de la ciudad, incluso se firmó un protocolo que no llegó a desplegarse. Una situación que cambió con el caso Minerva de forma que «ahora estamos en coordinación permanente sobre cualquier circunstancia que afecte al patrimonio».