El Círculo Taurino de Tarragona entrega el XXIV Trofeo Emperador César Augusto
Es el primer acto que celebra tras la derogación de la prohibición de los toros en Catalunya

Este año el trofeo fue a manos de Eduardo Miura, co-propietario de la ganadería Miura.
El ambiente era distinto este año en el restaurante La Goleta. Más festivo y animado que otra veces. Aunque no es que fueran un muermo las pasadas ediciones de la entrega del Trofeo Emperador César Augusto del Círculo Cultural Taurino de Tarragona. Al contrario, siempre se ha caracterizado por ser una comida animada, de hermandad y encuentro entre los socios y una figura del mundo de los toros. Sin embargo, se notaba una fuerza y un positivismo acentuados la jornada del domingo.
Era la primera reunión que la asociación celebraba después de que el Tribunal Constitucional anulara en octubre el veto de los toros en Catalunya. Una noticia que evidentemente ha devuelto la esperanza de volver a ver corridas en nuestras tierras a estos aficionados y un motivo por el que seguir luchando. Así lo consideró el presidente del Círculo, Ángel Rubio, durante la tertulia previa a la comida, otra de las novedades que ha tenido esta edición.
No obstante, el protagonista del día era el premio, una réplica de la estatua del emperador romano que le da nombre con la que pretenden reconocer anualmente a una persona o entidad que haya destacado por sus éxitos o haya fomentado la tauromaquia durante el año.
Este diciembre ha llegado al vigesimocuarto trofeo, el cual cayó en manos del ganadero Eduardo Miura, copropietario junto a su hermano Antonio Miura de la prestigiosa ganadería Miura. La asociación ha querido distinguir la trayectoria de la ganadería, no solo empresarial, sino familiar. Pues desde que se fundó en 1842, ha pasado de padres a hijos durante nueve generaciones, todas ellas dedicadas al mundo de los toros. «Estoy muy agradecido por recibir este reconocimiento, a la par de sorprendido por el recibimiento y el trato que me habéis prestado desde mi llegada. Sin duda, hacéis evidente que el espíritu de esta afición sigue vivo, por lo que os animo a que sigáis moviéndoos para traerlos de nuevo aquí», apuntó Miura al recoger el trofeo de manos de Rubio. Igual que el resto de premiados los años anteriores, se sorprendió por la cálida acogida en Catalunya. Algunos se deben pensar que aquí nos comemos a los toreros y a los protoros.
Las palabras de Miura también se las hizo suyas el matador barcelonés Ángel Lería, que estuvo presente en la comida. Lería es muy querido en la asociación tarraconense porque empezó como novillero en nuestra plaza de toros, antes de ir a su ciudad natal al convertirse en torero profesional. Actualmente forma parte de la Federación Taurina Catalana.
Por su parte, los 70 socios asistentes –casi el total de afiliados– aprovecharon para charlar con el invitado y preguntarle aquellas dudas que les surgieron durante su presentación. Asimismo, debatieron sobre la posibilidad de organizar más actividades por parte del Círculo Cultural Taurino, que aparte de esta comida anual, prepara varios viajes durante el año para acudir a las corridas de toros que se llevan a cabo en otras ciudades españolas. De momento, su presidente aprovechó el encuentro para cargarse de energía y empezar a trabajar para el próximo año.