Una mujer de Salou atemorizada por los robos, insultos, cortes de luz y acoso de sus vecinos

Los hechos han sucedido en el piso de una vecina rusa muerta en un accidente de moto el pasado 15 de marzo

26 abril 2021 05:40 | Actualizado a 26 abril 2021 05:50
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«Es un escándalo lo que está sucediendo. Me han amenazado, insultado, acosado... La gente debe saber lo que está pasando aquí. Parece que vivamos en mitad de la selva en lugar de en Salou. ¿Es que la policía quiere cerrar los ojos a lo que está pasando en este bloque de pisos hace ya tiempo», se pregunta disgustada Irina. Ha presentado denuncias ante los Mossos e incluso esta semana pasada acudió a un juicio rápido tras solicitar una orden de alejamiento hacia quienes considera sus acosadores. Ha pedido medidas cautelares para que no se acerquen a ella dado que teme sufrir daños personales y el juzgado emitió una orden de no comunicación hacia ella por parte de dos personas a las que había denunciado.

La historia arranca con el fallecimiento el pasado 15 de marzo de Anna, una vecina de Salou de 41 años y de origen ruso, que sufrió un mortal accidente de moto. Tras el trágico suceso, unos amigos cercanos de la difunta acudieron unos días después a la vivienda de la misma para comprobar el estado del piso donde residía y también para recoger algunos de sus objetos personales. Entre ellos se encontraba su amiga Irina, percatándose que una ventana del inmueble (situado en el número 13 de la calle Pere Martell, en el centro de Salou) había sido forzada y que en su interior se hallaba todo revuelto.

«También ocupan pisos»

Anna había comprado el piso el año pasado por 42.000 euros «sin imaginarse lo que sufriría ella ni yo», asegura Irina, que vive en otro inmueble pero que en ocasiones se queda a dormir en el inmueble de su amiga fallecida. «Tengo un poder firmado para hacerlo», detalla esta mujer también de nacionalidad rusa.

Su calvario empezó tras la muerte de su amiga al comprobar «que un grupo de vecinos de mala vida me estaban acosando porque querían que, como trataron de hacer con mi amiga, me fuera de allí». Irina asegura que en la zona «hay venta de droga (marihuana), como el hecho de que los Mossos hayan hecho redadas en el edificio, además también por posible falsificación de moneda. En el bloque hay, además, okupas. El caso más curioso es el de unos propietarios que han alquilado su casa para al mismo tiempo ocupar otro inmueble del edificio. ¿Es que nadie va tomar cartas en el asunto».

A varios cortes de luz, entre los que cabe incluir la ‘desaparición’ de un contador eléctrico, Irina resalta el robo que sufrió la vivienda, de lo que se percató el 21 de marzo, seis días después de la muerte de su amiga. «Entré en la casa y había cables por los suelos. Estaba todo revuelto. Se habían llevado 3 televisores, 2 ó 3 ordenadores, 2 cascos de moto Harley Davidson , una antena de televisión y una caja pesada de herramientas también de Harley Davidson» y añade que «he presentado denuncias por todo ello. Como consecuencia, me han amenazado cuando no está presente la policía diciendo que voy a morir como mi amiga». Pero para ella, lo peor es el silencio del resto de vecinos del inmueble, que guardan silencio por miedo y porque no quieren líos. Les falta valentía. Pero podemos ganar si vamos todos juntos a enunciar lo que está pasando».

Rejas cortadas y clavos en la puerta 

Entre los numerosos hechos que rodean los robos y desperfectos ocasonados están , por ejemplo, que una ventana sufrió el corte de sus rejas. «Irina no tiene dudas de que «lo hicieron para entrar a robar». Además, la fallecida se había hecho con un perro de raza peligrosa que, inicialmente, «pareció refrenar los choques que tenía con esas personas», aunque sospecha que «al perro le dieron algo de comer a través de la ventana el día que entraron a robar en el interior».

El perro no fue la única medida de seguridad adoptada. Irina detalla que también instaló una alarma a comprobar que habían entrado por la puerta principal y por la ventana. 

Precisamente, en la puerta de entrada le han puesto clavos para diicultarle que no pudiera acceder al interior.  «En este edificio todos sabemos quienes son -hace referencia a una veintena de personas- pero nadie es capaz de denunciarlo», remarcando la urgente intervención de la policía.

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