‘Ascendent’, un viaje de lo personal a lo universal en Valls

Maria Mora recupera la memoria de sus antepasadas a través del cuerpo y el movimiento, dirigida por Anna Corredor

20 enero 2024 10:17 | Actualizado a 20 enero 2024 10:17
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Voluntad y pasión a cada paso. Esta es la condición humana y artística que conecta a la intérprete Maria Mora y la coreógrafa Anna Corredor en el espectáculo de danza Ascendent: L’empremta d’unes avantpassades, que este sábado, 20 de enero, estrenan en el Teatre Principal de Valls (20 horas).

Se trata de una pieza de danza íntima y terrenal que, con carácter local, transita a través del paso del tiempo y de su amplitud. Tiempo como sustancia, como cuerpo formado de historias que viven en este espacio misterioso que denominamos eternidad.

«Ascendent: L’empremta d’unes avantpassades es fruto de un doble impulso, por un lado, nace de las ganas de hacer una pieza en solitario y, por otro lado, de la inquietud por investigar mi linaje familiar, para entender la historia de mis antepasados -procedentes del Pirineo y Prepirineo», relata Maria Mora.

Con el tiempo, la bailarina se reencontró con Anna Corredor, quien fue su profesora de danza y quien, al ser conocedora del proyecto, se sumó a la iniciativa -como directora artística- y en la que ambas llevan trabajando desde el pasado mes de marzo.

$!FOTO: J. CAMPRUBÍ

Homenaje

De esta manera, cautivada por cuatro de sus antepasadas, Alicia, Encarna, Júlia y Pepita, la bailarina Maria Mora les rinde homenaje «con el fin de dar voz a sus vidas, puesto que abrieron el camino por el que ahora transito yo».

Al respecto, Anna Corredor asegura que «estas mujeres han sido la fuente de inspiración para que Maria Mora pueda brillar en cada uno de los pasajes de Ascendent: L’empremta d’unes avantpassades, otorgándoles un carácter propio a cada una de ellas a través de la investigación coreográfica y la textura del movimiento».

En cuanto a qué le llamo la atención de cada una de ellas, la bailarina rememora que «de tres de estas mujeres me cautivó que nacieron y vivieron toda su vida en el Pirineo, por lo que su visión de la vida era muy concreta y particular; hicieron de la montaña su hogar».

Con más razón, la intérprete siente nostalgia al pensar que «con su desaparición también se extinguió una manera de pensar, de ver el mundo y de trabajar, así como una estructura familiar». De la última de ellas, con aflicción recuerda que «le tocó vivir la guerra de cerca, una experiencia que te erige como individuo y también como sociedad».

Con todos estos recuerdos y rasgos, Maria Mora explica que «me sirvieron para esclarecer lo que querría expresar a través del movimiento y del cuerpo». Así, desde el escenario la intérprete colma la ausencia de palabra a través de «las sensaciones y emociones». «Ascendent: L’empremta d’unes avantpassades es una propuesta muy sugerente, por lo que cada persona puede hacer su propia lectura; si bien, el denominador común es la idea de homenajear el pasado, una memoria que existe en cada uno de nosotros y que llevamos bajo nuestra piel», según palabras de Anna Corredor.

La misma directora artística ensalza que «no es un espectáculo que parta de un estándar de danza contemporánea, sino que construimos una lectura no narrativa que trasciende a un plano onírico, siempre pensando en el viaje que queríamos hacer desde el principio hasta el final, es decir, en un primer plano existe una estructura que transita a través del trabajo de interpretación y del movimiento de Maria Mora, pero en un segundo plano hay todo un espacio por el que también es posible viajar».

El reto ha sido crear una pieza cargada de emotividad y honestidad

Una consciente puesta en escena que no ha estado exenta de retos. Conociendo a Maria Mora, Anna Corredor dice «que el reto ha sido crear una pieza cargada de emotividad y honestidad, y precisamente aquí está la fragilidad, es decir, el huir del pensamiento de mostrar o enseñar, para acercarnos a la idea de compartir lo que alberga nuestro interior».

Por su parte, Maria Mora asegura que otro desafío ha sido «mediante una historia personal, explicar un relato universal, porque cuanto más personal, más universal es cualquier historia».

En esta misma línea, la directora artística Anna Corredor alaba el valor de la bailarina Maria Mora para «enfrentarse y mantenerse, en solitario, encima del escenario durante 45 minutos con todo lo que conlleva», al mismo tiempo que recuerda que «es muy delgada la línea que separa la creación de un espectáculo mecánico de una puesta en escena que conecta, constantemente, con el virtuosismo a través de cada emoción».

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