Un extraterrestre aterriza en la Barcelona preolímpica junto con su compañero Gurb, con la misión de explorar la Tierra. Para confundirse entre la multitud, a este último no se le ocurre otra cosa que adoptar la apariencia de la cantante Marta Sánchez, entonces en su apogeo. A partir de ahí, el narrador –el otro alienígena– se lanza a la búsqueda de su compañero perdido, enfrentándose a situaciones cada vez más ridículas, hilarantes y absurdas mientras intenta adaptarse a la vida humana. Todo ello en el contexto urbano de una Barcelona patas arriba por las obras.
«Sin noticias de Gurb es, sin duda, el libro más excéntrico de cuantos he escrito. No hay en él una sola sombra de melancolía. Es una mirada sobre el mundo asombrada, un punto desamparada, pero sin asomo de tragedia ni de censura», dice su autor, Eduardo Mendoza (11 de enero de 1943-Barcelona), recientemente galardonado con el Princesa de Asturias de las Letras. Inteligencia y humor, sátira y crítica social que arrancaba carcajadas sin importar dónde se leyera, un metro, un autobús, un tren.
«Ojalá, por fin, tengamos noticias de Gurb en Oviedo», bromeó en la red social X el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al felicitar al escritor, uno de los referentes de la narrativa española contemporánea.
«Soy un hombre feliz», manifestó Mendoza al recibir el galardón. Esa misma felicidad es la que esgrimió el jurado a la hora de otorgárselo, «es un proveedor de felicidad para los lectores». Antes de Gurb tuneado de Marta Sánchez, habían llegado La verdad sobre el caso Savolta (1975), El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) o La ciudad de los prodigios (1986). Y después más, muchas más. Tantas como una treintena.
Para el autor, el premio es «el recuerdo a una generación» que ha ido desapareciendo, «la de Vázquez Montalbán o Marsé, y que recuperó algunos géneros en aquella época gris y triste». Mendoza comentó en el auditorio de la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona que aquella generación «demostró unas ciertas ganas de vivir y de pasarlo bien literariamente. Incorporamos el humor, también la novela negra, que no existía, con Vázquez Montalbán con Carvalho, Marsé en algunas obras, Andreu Martín y Juan Madrid, Alicia Giménez Barlett, una generación que no solo recuperó géneros, sino que también hizo una narrativa más costumbrista, de vuelta a la infancia recuperada».
La verdad sobre el caso Savolta, la primera, fue la rompedora, que aún continúa inspirando. La historia, que gira en torno a una fábrica de armas en la Barcelona de principios del siglo XX, se centra en las luchas sociales, los intereses empresariales oscuros y las conspiraciones políticas durante el pistolerismo (1917-1919). Le ha servido a Jorge Díaz (del trío Carmen Mola), para armar el protagonista de El espía (Planeta), el Barón Von Rolland. «La leí con 18 años y era allí donde yo quería estar. Pensé que algún día escribiría una novela ambientada en esta ciudad», comenta Díaz al ‘Diari’.
El detective marginado
Igualmente icónico e inolvidable es su detective antihéroe, marginado, expaciente de un hospital psiquiátrico. Aunque desaliñado, torpe y cínico, posee una inteligencia aguda, una gran capacidad de observación y un sentido práctico sorprendente. Es el protagonista de la serie iniciada con El misterio de la cripta embrujada.
Casi treinta novelas, teatro y ensayo conforman la trayectoria de Mendoza, en la que Barcelona es un personaje más. Una ciudad que nada tiene que ver con la de su infancia, que ya no la reconocería «ni mi padre». Todo construido desde el sentido del humor «para poner distancia y filtro», asegura. «Hay que ser muy respetuoso» con el género. «Abrir una sucursal del humor es arriesgado; en el humor, si fracasas, no hay salvación», reflexiona. «Creo que después de mí muchos se han animado a hacer una literatura de humor digna; lo importante es no bajar el listón».
Novelas imperecederas del maestro Mendoza. Aunque, puntualiza, «una obra como Sin noticias de Gurb necesitaría hoy explicaciones en notas a pie de página, pero ayuda que sean lecturas recomendadas en las escuelas. Me siento satisfecho porque creo que he enseñado a leer a varias generaciones».