«Por su similitud con los jóvenes no acompañados, los mal llamados menas, los trans son personas a las que durante años política y socialmente no las han querido incluir en nuestra sociedad. Después, con la ley trans, las estamos sacando del centro del debate, nos apropiamos de su discurso y ellas acaban siendo títeres a merced de las modas políticas. Pero además, Rihanna me permitía hablar sobre Marruecos, ya que muchas veces nos olvidamos de que el movimiento LGTBI+ no solo existe en el primer mundo». Rihanna es la protagonista de la nueva novela de Youssef El Maimouni, Nadie salva a las rosas (Roca Editorial), escritor nacido en Ksar el Kebir, en Marruecos y criado en Coma-ruga a donde llegó con su familia con solo un mes de vida. El Maimouni presentará la novela esta tarde en El Vendrell, en la Biblioteca Pública Terra Baixa, donde conversará con Kevin Prados y Alba Vinyes (18.30 horas).
Rihanna, ausente y siempre presente, traza Nadie salva a las rosas, una joven marroquí, trans, torturada hasta la muerte a las afueras de Barcelona. Marina, amiga y compañera de piso, investigará el caso junto a Yusuf, el educador que ha acompañado a la víctima durante una década. Un Yusuf que tiene mucho que ver con el propio Youssef. «Es un personaje que, obviamente, es autoficción y que me sirve para plasmar los privilegios que puedo tener yo, como hombre. Por ejemplo, si me comparo con mi hermana, ya de niños oía decir a mis padres que ella se casaría, algo que nunca me habían dicho a mí», sostiene Youssef.
«Muchas veces nos olvidamos de que el movimiento LGTBI+ no solo existe en el ‘primer mundo’»
Nadie salva a las rosas es una novela cruda, una denuncia social sin paliativos que deja en evidencia esa Catalunya que se vanagloria de ser un territorio de acogida, que, en general, estigmatiza a los menas, arrinconándolos en los márgenes de la sociedad. Jóvenes que como Rihanna pasan de un centro de acogida a otro. Pero, en el fondo, ¿qué sabemos de estas instituciones?, ¿cómo son? «Hay de todo, depende mucho de quien tenga la concesión», responde El Maimouni, quien reivindica ayuda psicológica y acompañamiento para los propios profesionales, unos sueldos dignos y unos horarios conciliadores. «Cuando eres joven tienes mucha energía y te implicas mucho. Después, a medida que vas creciendo, te vuelves más incrédulo. Te das cuenta de que a nivel burocrático, político y social tu impacto es mínimo. Al final, intentas dignificar en lo posible la vida de estas personas».
El trayecto de estos jóvenes es largo y tortuoso. «Hablamos de Marruecos, pero nos olvidamos de los de Argelia, Ghana, Gambia, Liberia o Senegal. ¿Cuántos países han atravesado y cómo? Antes era relativamente fácil cruzar, pero ahora nos llegan muy tocados porque durante el viaje han vivido situaciones muy duras. Y una vez aquí les pedimos que dejen de ser jóvenes, los agrupamos bajo unas siglas, generalizamos». En este contexto, El Maimouni destaca que «está comprobado que si llegan con 16 años, difícilmente a los 18 tienen su situación regularizada ya que entre que los detectas, pasan por fiscalía, ingresan en el centro y se activa el papeleo, transcurren al menos dos años. Y en el caso de que consigan la documentación, no pueden trabajar hasta los 21. Entonces, ¿qué hacemos con ellos?».
Entre Casablanca y Barcelona, Rihanna sufrirá discriminación aquí y allá, en una novela que es la segunda parte de la trilogía de la discriminación, iniciada con Cuando los montes caminen, obras que abordan la no siempre fácil relación entre ambas orillas del Mediterráneo.
