Neymar Júnior, en un ataque de simpatía brasileña, bautizó a aquel grupo de 10 amigos casi de cuna de Sergi Roberto. Éstos entraron en la sala vip diseñada para los jugadores del Barça, en el hotel donde se había preparado la fiesta de celebración en Berlín. La cuadrilla ganxet se incorporó al lógico jolgorio con cierta timidez. Neymar les sacudió cualquier resquicio de complejo con una bienvenida simpática. «Mirad, los Toys de Reus». Si algo distinguió la llegada de Neymar al Barça fue su peculiar grupo de amigos, que conviven con él en la capital catalana y han escapado del anonimato gracias a ese mote.
Sergi Roberto no mantiene a sus colegas en casa, aunque tampoco le hace falta. Sigue conservando los hábitos naturales de un chico normal, aunque desde el exterior su rostro sea venerado por los hinchas. Entre esas buenas costumbres no ha permitido que le separen de su gente. Por eso a nadie le extraña su presencia en Reus durante los fines de semana. Entre otras cosas porque la cita con esos chavales que conoció en P3 resulta casi innegociable.
Entre ellos se encuentra el jugador del Reus de hockey Marc Ollé, casi alma gemela de Roberto. Por eso el azulgrana es un habitual en el cemento del Palau d’Esports, cuando el Reus juega en el templo. Los dos forman parte de la generación del 92 y comparten experiencia vital con Carles Salvat, Aleix Torner, Pau y Josep Castillo y Eduard GR, Josep Nadal, Carles Figuerola y Eduard Olesti , entre otros.
El grupo se hizo adolescente en el col-legi Maria Cortina, en la calle Gaudí, el barrio donde ha crecido el futbolista del Barça. En aquella clase de futuros talentos también asistía Riki De Antonio, exlateral del CF Reus, ahora en el Reddis.
Un taxi se cruzó en la vida del jugador bien pronto. Sergi necesitó combinar sus estudios, todavía de formación, con los viajes a Barcelona. El cambrilense Albert Puig, por aquel entonces ojeador, le convenció. Con 14 años, en categoría cadete, se vistió de azulgrana. Hasta hoy, el rubio, con pinta de futbolista alemán, no ha dejado de soñar. Y ha logrado lo más importante a nivel humano; cuidar sus raíces.
Ni siquiera el impulso de la titularidad en el actual campeón de todo ha modificado la vida del ahora lateral. Su polivalencia ya sedujo a Luis Enrique en el filial. De hecho, el asturiano le subió al B cuando todavía era juvenil, en 2009. El destino les ha unido de nuevo en el escaparte del Camp Nou.
Tímido y agradable
Roberto se niega a renunciar a una vida cuerda. Eso sí, los paseos con sus amigos por el centro de la ciudad se convierten en eternos. Fotos, autógrafos y miles de saludos invaden su paso. No le importa. Siempre se ha mostrado agradecido al lugar que le acogió. Los que le conocen le definen como un tipo tímido, aunque agradable en el trato. Su condición económica privilegiada no impide que los amigos deban pagar la cena cuando toca. Precisamente esa sencillez la ha heredado de una educación minuciosa desde crío. La que le han ofrecido en casa Josep Maria y Maria Rosa, sus padres.