Síndrome de la silla vacía en vacaciones: cómo afrontar la muerte de un ser querido

Mémora, a través de su Fundación, ofrece servicio de acompañamiento al duelo y recomienda «darse tiempo, sentir y el apoyo del entorno» como claves para atravesar la situación

26 agosto 2022 16:39 | Actualizado a 26 agosto 2022 17:13
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La pérdida de un ser querido siempre es dura y difícil de afrontar. De hecho, el duelo está considerado un acontecimiento vital altamente estresante que afecta a nivel psicológico, biológico y social, que cada persona vive de forma íntima y personal, única.

En algunas épocas del año, además, sobrellevar el dolor puede ser más arduo. Los aniversarios y fechas especiales, la tradicional Navidad y también los meses estivales, que se relacionan con el ocio y la dicha. «El verano se asocia a vacaciones, tiempo libre, descanso, viajes... Por eso transitar un proceso de duelo resulta difícil», asevera Lola Cabrera, psicóloga especialista en duelo, colaboradora de los Espacios de Apoyo de la Fundación Mémora.

«La mayoría de personas espera con ilusión la llegada de las vacaciones, para compartir su tiempo junto a su familia y amigos; mientras que muchos dolientes -las personas que se encuentran en un proceso de duelo- manifiestan su deseo de que desaparecieran esas fechas del calendario, pues la ausencia se hace más evidente. Disponer de tiempo libre y la falta de rutinas facilita los pensamientos recurrentes acerca de lo perdido y aumenta el sentimiento de vacío y soledad. Se recuerdan experiencias pasadas de otros veranos compartidos con el ser querido que ya no podrán repetirse», asegura Cabrera.

La especialista destaca que las emociones que desencadena la pérdida se experimentan «de forma tan intensa y escapando a nuestro control que consiguen desestabilizarnos. Y es necesario un tiempo de reajuste hasta llegar a alcanzar un equilibrio. Por eso muchas personas describen el proceso de duelo como una montaña rusa de emociones, donde hay subidas y bajadas».

«La falta de rutinas facilita los pensamientos recurrentes y aumenta el sentimiento de vacío y soledad»

Las etapas del duelo

Y es que desde el inicio del proceso hasta su aceptación, que no superación, se pasa por diferentes etapas. En este sentido, Cabrera explica el modelo descrito por primera vez por Elisabeth Kübler-Ross, que consta de cinco fases.

Negación: Incredulidad, no se da crédito a una realidad devastadora.

Ira: Se instala como consecuencia de la frustración.

Negociación: Se intenta pactar, ya sea con la vida, con Dios o con la medicina, con la esperanza de aliviar el dolor.

Tristeza: Poco a poco domina sobre el resto de las emociones, al tener la certeza de que la pérdida es irreversible.

Aceptación: Finalmente, se aprende a vivir sin el ser querido.

De igual manera, otro de los modelos que se trabaja actualmente en psicoterapia es el de William Worden, que hace hincapié en las diferentes tareas que implica adaptarse a la situación de pérdida.

$!La psicóloga especialista en duelo, Lola Cabrera. Foto: cedida

Entre el entorno y la ayuda profesional

Transitar de forma adecuada por el duelo es imprescindible para evitar consecuencias futuras. «Sabemos que el malestar emocional repercute en nuestra salud física. Y si el duelo se cronifica y se prolonga en el tiempo, puede desembocar en patologías como el estrés postraumático, la depresión o el trastorno de ansiedad».

En general, los especialistas recomiendan cuidarse y descansar, compartir sentimientos y mantener las rutinas. «Destacaría comprender el proceso como algo natural, sin querer ir demasiado deprisa, dándose permiso para sentir el dolor que provoca la pérdida, pero sin aferrarse a él. Y dándose permiso también para sentir momentos de bienestar, buscando actividades gratificantes y manteniendo la interacción social».

Si bien el apoyo del entorno suele ser suficiente para superarlo, a veces el proceso se complica, impidiendo un funcionamiento adecuado en la vida cotidiana. Es el caso de personalidades pesimistas, estilos evitativos a la hora de enfrentar las dificultades, una muerte traumática e inesperada, el fallecimiento de un hijo o hija o la ausencia de apoyo de las personas más cercanas.

No obstante, cuando se produce esta situación, no siempre se sabe estar al lado del doliente, ayudarlo. En este sentido, Cabrera recomienda evitar dar consejos, así como las frases de consuelo tan manidas como La vida sigue o El tiempo lo cura todo. «No solo no ayudan, sino que crean más malestar al tratar de minimizar el sentimiento de pérdida y al juzgar la forma de reaccionar del doliente». En su lugar, sugiere «acompañar». «Es una palabra que me gusta mucho porque significa hacer compañía, estar al lado de alguien. Escuchando más y hablando menos. Así que yo diría que el entorno ha de estar disponible, acompañando, escuchando, respetando y no juzgando». En esta línea, Mémora ofrece servicio de apoyo al duelo de forma gratuita, ya sea a través de grupos de duelo donde compartir emociones, normalizar y apoyarse; atención telefónica o sesiones presenciales con un psicólogo, e incluso, el acceso a una comunidad online donde participar en foros.

Los niños, también

Asimismo, cuando la muerte se produce en una familia con niños, se les debe tener en cuenta. Es fundamental garantizarles estabilidad, «ofrecerles actividades para que elijan, organizar alguna excursión al aire libre donde compartir también con otros niños y si acostumbran a ir de colonias o con los abuelos, mantenerlas en la medida de lo posible. Es importante estar disponibles, tratar el tema con naturalidad, poder hablar de la persona que ha fallecido, recordarla, no hacer de ello un tabú», concluye Cabrera.

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