El último tren que hizo el trayecto entre Tarragona y Barcelona, el pasado 31 de octubre, llegó con retraso. Cinco meses y dos días después, el primer convoy que hacía este mismo viaje, pasando por el recién remodelado túnel de Roda de Berà, sufrió una demora de más de cincuenta minutos.
Los problemas en el servicio fueron la tónica general de la primera jornada de restablecimiento en el servicio entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders. Una situación que a lo largo de la tarde se acentuó a causa de un problema de falta de tensión en la estación de El Vendrell, que durante dos horas afectó al conjunto de las circulaciones hasta Cunit, de forma que la programación de Rodalies y Regionals del corredor sur volvía a caer como un castillo de naipes.
Nadie quería este desenlace, aunque era previsible que pudiera pasar. Minutos antes de subir al primer tren, la consellera de Territori, Sílvia Paneque, aseguró desde la estación de Tarragona que hasta el mes de mayo todavía habrá «retrasos» y «disfunciones» en el servicio que afectarán el día a día de los usuarios. «Intentaremos poner todos los mecanismos para que las molestias sean las mínimas, pero estas obras son necesarias», indicó la representante de la Generalitat.
Paneque situó en un horizonte de dos años las mejoras que tienen que hacerse «para tener un servicio de calidad». Y la hoja de ruta del Govern pasa por el traspaso de Rodalies, además de la mejora de la infraestructura, la información y la accesibilidad.
El camino hasta esta foto final será largo y con importantes inconvenientes y la misma consellera pudo entreverlo, tras este primer viaje ‘inaugural’ en el que de nuevo volvían a hacerse evidentes los problemas que sufren los usuarios del corredor sur.
Un tren de más de 50 años
Este primer viaje se hizo con un tren del modelo 470, de más de cincuenta años, que había salido a las 14:40 desde la estación de Salou-PortAventura con cinco viajeros a bordo. Dos minutos más tarde de lo previsto llegaba a la estación de Tarragona, donde subió la comitiva encabezada por la máxima representante del Departament de Territori, junto al secretario de Infraestructures de la Mobilitat, Manel Nadal, y el director de Rodalies, Antonio Carmona.
En él también se subió una comitiva de la plataforma de usuarios Dignitat a les Vies encabezada por su portavoz, Ana Gómez Llauradó, quien recordaba que estos cinco meses de obras han comportado «la reestructuración de la vida de muchas personas, que han reducido su jornada laboral, pedido concesiones en el trabajo o se han comprado un coche».
La petición que hace la plataforma es que «los trenes lleguen a la hora», de forma que «los usuarios vuelvan a confiar en el sistema de Regionals». Aunque el horizonte presenta nubarrones, más allá de las obras que todavía se están haciendo.
En primer lugar, por los interrogantes que presentará la operativa de Rodalies y Regionals en Sant Vicenç de Calders cuando pasen las mercancías del Corredor del Mediterrani. Y, en segundo sitio, porque el tercer carril en el interior del túnel de Roda de Berà todavía no se ha instalado y tendrán que hacerse trabajos nocturnos, lo que «significa que los trenes de primera hora siempre salen perjudicados», decía Gómez Llauradó.
Los primeros usuarios se mostraban poco confiados sobre la mejora en el servicio para los usuarios. «Toda la vida he cogido el tren y no ha funcionado nunca. Es una lotería y ya llevamos demasiado rato parados», decía Dídac Poveda, usuario de Torredembarra.
Las esperas fueron un continuo durante todo el trayecto, por culpa de la señalización y la ocupación de la vía. Adif aseguró que estos problemas son «los habituales, tras cinco meses fuera de servicio». No obstante, una de las esperas más largas fue antes de atravesar el túnel, a una velocidad muy inferior a la del resto del trayecto, ya que tuvo que hacerse de forma manual, lo que generó ciertas dudas entre los pasajeros que esperaban este momento.
El convoy inaugural tardó cerca de cuarenta segundos en cruzar los 422 metros para volver a detenerse antes de entrar a Sant Vicenç de Calders, por donde pasó de largo.
«Esperamos que vaya mejor que el sábado, que estuvimos cuatro horas para ir de Barcelona a Torredembarra», decía Sandra Díaz, que iba acompañada de sus tres hijos, Milo, Abril y Naya.
A las 16:48 horas de la tarde, 1 hora y 55 minutos después de salir desde Tarragona, el convoy llegaba a la estación de Sants, con un retraso de 49 minutos según el horario previsto.
En aquellos momentos, las vías 11 y 12, desde las que habitualmente salen los convoyes hacia las comarcas del sur de Catalunya ya eran un hervidero. Hacía tan solo unos veinte minutos se había registrado la incidencia eléctrica entre Sant Vicenç de Calders y Cunit, por lo que todos los convoyes hacia el sur iban con retraso.
Una mujer con un megáfono informaba desde la vía a los usuarios de Valls que tenían que coger el autobús. Mientras tanto, un cambio repentino de programación obligaba a los usuarios a salir corriendo hacia la vía 7. El tren fue desviado por Vilafranca, evitando a los viajeros el transbordo entre Cunit y Sant Vicenç de Calders. Vuelve la normalidad en el servicio.