Yezli mic, rapera: «No puedes imponer ser madre a una niña de 12 años que fue violada»

La primera revolución de esta joven salvadoreña comenzó al decidir que podía hacer hip hop aunque fuera la primera de su pueblo; la segunda, cuando descubrió que podía usarlo para denunciar las injusticias

07 octubre 2023 19:44 | Actualizado a 08 octubre 2023 07:00
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Yezli Mic (Yesenia Martínez, 26 años) nació y vive en San Rafael Cedros, en el departamento de Cuscatlán, en El Salvador. Rapera, feminista y autodidacta, ha estado esta semana en Tarragona compartiendo sus experiencias con alumnos de instituto en el marco del programa Ciutats Defensores dels Drets Humans, del cual Tarragona forma parte. Su música habla de las mujeres en un país donde el 63% ha sufrido violencia sexual, donde el aborto está prohibido en todos los supuestos y donde en el último año se ha encarcelado a 68.000 personas y ser joven es casi ser sospechoso.

¿Me habla de sus orígenes?

Como la mayoría de personas en El Salvador, vengo de una familia disfuncional. Mi papá falleció cuando yo tenía seis años, mi mamá emigró a Estados Unidos cuando tenía 16... Me quedé con una abuela que falleció hace dos años y ahora vivo con mi hermano, que es menor que yo.

¿Ha estudiado?

Yo saqué nada más bachillerato. Tuve que estudiar a distancia los domingos porque trabajaba entre semana.

¿Cómo descubrió el hip hop?

Lo descubrí en el 2011; fue justo cuando mi mami emigró. Por mala suerte no empecé antes para que me viera cantar. Yo escuchaba a los que estaban haciendo freestyle en la calle y me dio curiosidad... Pensé: ‘yo también puedo’.

¿Había más chicas?

No, solo eran varones. Fui la primera rapera de Rafael Cedro y la única que se ha mantenido... Me incluyeron en su grupo pero tuve muchos problemas y me tuve que separar. Te metían la idea de que por ser mujer no ibas a conseguir los espacios que ellos tienen. Yo decidí crear un grupo en Messenger de todas la raperas que conocía en El Salvador y les pregunté si querían hacer una canción conmigo. Muchas me respondieron y en la primera reunión éramos 22. No solo había raperas; había bailarinas, las que hacían grafittis...

¿Qué salió de aquello?

De esas conversaciones salieron muchas cosas: las que te contaban que no iban a los eventos porque las acosaban o ‘aquel organizador no me dio espacio porque no quise salir con él’... Era algo bien común. Allí nació la colectiva. Trabajamos durante dos años y creamos un festival solo de mujeres...

Nos tuvimos que separar porque unas estudian, otras trabajan, son mamás... No era fácil seguir haciendo arte y ahora quedamos cuatro que seguimos como el grupo de rap HHFemms. Hemos abierto un nuevo canal de YouTube hace poco y tenemos una canción en Spotify. Para nosotras es muy difícil conseguir un estudio profesional, pero igual esperamos tener más canciones pronto.

«La realidad de la mujer salvadoreña no es fácil. Vivimos con el acoso, la desinformación... No podemos decidir sobre nuestros cuerpos»

¿Las aceptaron?

Fue clave cuando la que ahora es nuestra DJ nos dijo: ‘bichas, va a haber estos talleres, ¿por qué no van?’. Y comenzamos a ir a talleres de formación feminista. Allí fue cuando ¡boom!, caímos en la realidad. Decidimos usar el rap como herramienta de transformación social... El mundo del hip hop está dominado por hombres y fue como ‘no quiero aquí a estas feministas hablando de estos temas’. A los hombres a veces se les olvida que tienen madres, hermanas y que pueden tener hijas y las están invisibilizando. Nos comenzaron a cerrar muchos espacios... Pero resistimos y con el tiempo, si necesitan a una rapera, nos llaman.

¿Vive de la música?

Lo que hacemos es sobre todo activismo. Pero lo que uno hace por el hip hop el hip hop se lo recompensa. A veces obtienes ingresos de alguna presentación o de algún proyecto, pero no vivo de ello. Con una prima tenemos un chalet (puesto) donde vendemos agua, gaseosas, hamburguesas... A la orilla de una carretera.

Su camiseta habla sobre Beatriz, una joven de su país a la que se le negó el aborto terapéutico a pesar de estar en riesgo su vida y de conocer que su feto era inviable.

La realidad de la mujer salvadoreña no es fácil. Vivimos constantemente con el acoso, la desinformación... No se nos está permitiendo decidir sobre nuestros cuerpos y lo hemos normalizado. Sabemos que hay mujeres muriendo por abortos clandestinos y de eso no se habla, y cuando se habla la mujer es la mala. No puedes imponerle la maternidad a una niña de doce años violada por un familiar o por un delincuente. A una niña que no tiene trabajo, ni estudios, pobre... Ni siquiera estamos pidiendo la despenalización absoluta, sino por cuatro causales: por violación, por malformación, cuando esté en riesgo la vida de la mujer y por trata de personas.

¿Por qué Beatriz se convirtió en un símbolo para vosotras?

Porque tuvo el valor de exigir sus derechos; nunca aceptó ni se quedó callada. Su caso llegó a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. Y dices: ¿cómo Beatriz siendo una mujer pobre consiguió que se hablara en el mundo de lo que pasa en El Salvador?

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¿Hay más jóvenes siguiéndolas?

La juventud se está organizando y no solo con el feminismo, sino para exponer que hay una militarización que nos hace creer que estamos en un país más seguro, pero donde ser joven y vivir en una zona marginal es un delito. Hay muchos artistas presos y no se sabe nada de ellos. Creo que es importante resistir, empoderarnos; empoderar a las demás y no dejarnos vencer.

¿Qué le preguntan en los institutos?

Depende. Algunos te preguntan cuántos seguidores tienes, pero hay otros que analizan la situación, o te preguntan cómo pueden ayudar desde aquí.

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