En este periódico defendemos que el compromiso político se demuestra con hechos, no con palabras vacías. Tras décadas de olvido, la provincia de Tarragona por fin comienza a recibir la atención que demandaba. El Govern de Salvador Illa ha activado una batería de proyectos sin precedentes, elevando la mirada de la Generalitat hacia un territorio históricamente marginado. Con una ambiciosa movilización de recursos, la Generalitat destina 700 millones de euros a transformar Tarragona en un «epicentro de prosperidad compartida» y se ha activado una comisión bilateral estable para supervisar los avances. Veamos unos ejemplos.
El tranvía del Camp de Tarragona (TramCamp), un proyecto largamente pospuesto, va a comenzar su primera fase entre Cambrils y Vila-seca con un presupuesto de 245 millones de euros, y su entrada en servicio está prevista para el primer trimestre de 2028.
El Hospital Joan XXXIII, con una inversión superior a 215 millones de euros, avanza en su segunda fase y promete dotaciones modernas para el servicio sanitario regional.
El Fòrum de la Justícia —un complejo judicial valorado en 100 millones de euros para concentrar 42 juzgados— se licitará en 2025 y podrá estar operativo hacia 2028.
La antigua Ciutat de Repòs será reconvertida en albergue juvenil gracias a los fondos Next Generation (15 millones), con aperturas previstas para mediados de 2026.
También se prevé el traslado del Institut Català d’Arqueologia Clàssica a la Tabacalera por 5,3 millones, con un horizonte de ejecución para 2028. Sin olvidar los proyectos del Museu Nacional Arqueològic, el Museu d’Art Modern de la Diputació y la Necrópolis Paleocristinana, en colaboración con otras administraciones.
Por fin, la Generalitat mira a Tarragona de una manera ‘real’ con proyectos de infraestructuras, vivienda, sanidad, justicia, cultura y empleo. No son promesas diluidas, sino acciones concretas con fechas claras, fondos comprometidos y seguimiento público. Tarragona ya no es la hermana descuidada. Con Salvador Illa, se abre un nuevo capítulo que, de mantenerse, podría cerrar finalmente esa herida histórica de abandono.