Los gestos no tienen un significado universal. Cuando vivía en Jerusalén me sorprendía la cantidad de gente que, en una congestión de tráfico, agitaba la mano con los dedos juntos y mirando hacia arriba. Habiendo vivido también en Roma –¡Qué abanico gestual tienen los italianos!–, ese movimiento me recordaba al que allí se usa para quejarse o mostrar incredulidad: la pigna. Pero nada más lejos de la realidad. En Israel y Palestina unir todos los dedos con el dedo pulgar y hacer un movimiento de adentro hacia afuera significa: «Ve más lento».
No es un caso único. En la mayoría de países de Occidente, se sube y baja la cabeza para afirmar, y se mueve de lado a lado para negar. ¡Pero en Bulgaria y algunas zonas de Albania es justo al revés! Y la peineta, que aquí usamos como insulto, no es el gesto obsceno por excelencia en todos lados: en Grecia, por ejemplo es peor mostrar la mano extendida.
Ayer se viralizaron las imágenes del supuesto bofetón que le propinó Brigitte Macron a su marido justo antes de bajar del avión presidencial en su viaje a Vietnam. Hay quien dice que fue una caricia. Y viendo la amplitud de significados que tienen los gestos, hasta podría querer decir algo completamente distinto. Pero viendo el vídeo –lo tienen en nuestra web– y observando la reacción del presidente francés, no hay duda... Los Macron tuvieron una buena riña.