Feliz cumpleaños a uno de los autores que más me conmueve e inspira: James Baldwin. Es el santo patrón de los escritores, los introvertidos y los exiliados. Somos una tribu peculiar; tímida, torpe y angustiada; una tribu sin tribu. Cada año, por estas fechas en agosto, pero también en muchos otros días del año, enviamos un saludo silencioso a Harlem, su lugar de nacimiento. Baldwin habría cumplido 101 años. Aquí está una de mis citas favoritas, que creo que es un lema de oro para todos los escritores y lectores del mundo: «Crees que tu dolor y tu angustia no tienen precedentes en la historia del mundo, pero luego lees. Fueron los libros los que me enseñaron que las cosas que más me atormentaban eran precisamente las que me conectaban con todas las personas que estaban vivas, que alguna vez estuvieron vivas». Eso es lo que hacemos cuando leemos. Tenemos mucho que aprender de James Baldwin, especialmente en estos tiempos turbulentos. Sin jamás predicar ni dar sermones nos muestra gentilmente cómo mantener nuestra fe en la humanidad, incluso cuando nos sentimos desesperados ante tanta discriminación y prejuicio, ante estos ciclos repetidos de antagonismo y ante nuestro fracaso colectivo para aprender del pasado. Nos recuerda cómo las personas están atrapadas en la historia, y la historia está atrapada en ellas. Y no hay mejor compasión que comprenderlo.