Opinión

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La mayoría de nosotros pensamos que para planificar un viaje lo primero es elegir el destino. Pero si usted es sincero consigo mismo y hace memoria se dará cuenta de que lo que decide el éxito de sus vacaciones  no es el dónde sino el con quién. Si usted ni siquiera se ha hecho la pregunta antes de tomar el avión, porque lleva 30 años felizmente casado tal vez la pregunta es con quién además de con su pareja e hijos le parecerá menos larga la cola de embarque o la desesperante espera de un retraso por causas desconocidas. «Que los obstáculos sean tu camino» le consolará Marco Aurelio antes de que algún cursi lo remate con un socorrido «El camino es el destino».

Pero a quien envidio realmente es a quien sigue el consejo de Jack Kerouac en On the Road: «Si quieres encontrar buena compañía, viaja solo». El problema es que muchos somos cobardes y nos da miedo más que la soledad en sí la sensación de que nos miran pensando qué colgado está este tío.

La mayoría de nosotros pensamos que para planificar un viaje lo primero es elegir el destino

Sin embargo, las veces que he tenido que viajar solo por trabajo son las que he acabado encontrando la mejor de las compañías. En cambio, he pasado hoy el día en un viaje muy organizado con compañía muy previsible y deseada y paisaje fabuloso tras dura ascensión montañera y la paradoja es que casi no nos hemos hablado porque todo el mundo estaba pendiente de conseguir las mejores fotos para colgarlas inmediatamente en ‘Insta’.

En realidad, no sabemos lo que deseamos, apuntaba Kierkegaard cansado de rechazos femeninos, solo deseamos lo que creemos que desean los demás. Y lo cierto es que nos parece que si no colgamos nuestras fotos de viaje en las redes, no hemos viajado porque nadie envidiará nuestras puestas de sol. Si en la foto se incluye a la compañía, las caras risueñas y las expresiones de felicidad inimitable harían palidecer de envidia a Brad Pitt y su última pareja glamourosa.

Además de los destinos ‘insta’ con los que compartimos en Tarragona, Salou, Cambrils o Barcelona, los deseos y envidias de miles de selfies o capturas instagrameras hay países enteros que eran ignorados hasta que las fotos con móviles fueron posibles. El paradigma es Islandia donde los locales lamentan que se pueda fotografiar toda la isla y sus paisajes con apenas tres minutos como mucho desde el coche a la selfie idílica.

Hay países enteros que eran ignorados hasta que las fotos con móviles fueron posibles

Cometí el error de lanzarme a un tour islandés con compañía ansiosa de sobre todo demostrar que habían hecho el viaje que todos los amigos hubieran envidiado más que de disfrutar realmente de cada instante en la isla del fin del mundo. El resultado es que hoy no recuerdo más que un sinfín de horas de coche pendientes del Google Maps para llegar a la cascada dorada antes de que se pusiera el sol. Del resto no quedarán más que centenares de fotos digitales que el tiempo borrará como todas; porque quién demonios tiene tiempo de ver todas las fotos que toma con su móvil en vacaciones....¡Nadie!

Los islandeses, me explicaron algunos, estaban desertando de los sitios que frecuentaban en los meses en que los invadían los instaturistas. Algo parecido pasa con las ramblas de Barcelona, donde los locales ya no se aventuran, o la Sagrada Familia, que la mayoría de los barceloneses no ha visitado con el detenimiento y la dedicación en tiempo, espacio y dinero de tantos turistas.

Pero lo peor de ese turismo que ha gastado más en un helado que en el billete de avión es que muchos, la mayoría, tienen mejores sueldos que nosotros. O son asiáticos, americanos o rusos con mayores fortunas. No es difícil porque nuestros salarios son inferiores a los de la media de los turistas que nos visitan y, en cambio, su capacidad de fijar los precios en nuestras ciudades, alquileres de pisos e hipotecas es superior a la nuestra.

Lo notarán si salen de Tarragona o Catalunya y van a los países de los que provienen la mayoría de nuestros visitantes extranjeros: Holanda, Alemania, Francia...Todo es más caro allí y por eso ellos están aquí; pero con sus salarios.

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