En Englishman in New York, el británico Sting cantaba al desarraigo, a la belleza de la singularidad y a la extraña sensación de ser extranjero y ver el mundo desde fuera. «I’m an alien. I’m a legal alien. I’m an Englishman in New York». Con la palabra alien, se refería, obviamente, a un foráneo, a un extranjero... ¿Pero y si fuera la acepción extraterrestre de la palabra? ¿Y si un marciano aterrizara en Nueva York? ¿O en Tarragona? He preguntado a ChatGPT por esa posibilidad y yo, que no soy alienígena pero sí algo extranjero en Tarragona, he encontrado reflexiones que también han pasado por mi mente. Dice la IA que si fuera un marciano antropólogo en Tarragona, su informe diría que la arquitectura «refleja una interacción única entre capas históricas». También que su gente «tiene una relación peculiar con la temporalidad del mar y el clima mediterráneo», –qué duros los inviernos aquí, oigan– y que el mar «no se vive como un paisaje pasivo sino como un regulador del ritmo vital». Diría que «las festividades no sólo son rituales, si no performances comunitarias intergeneracionales de precisión y memoria colectiva»; y que «las relaciones sociales se estructuran en colles y associacions como redes de pertenencia tan fuertes como el núcleo familiar». No me parece un mal análisis y diagnóstico, viniendo de un marciano... O de una inteligencia artificial hecha de unos y ceros.