Zona de Bajas Emisiones
La ZBE llena los parkings disuasorios en su primer día: "Temo no poder aparcar en el futuro"
Muchos usuarios de municipios vecinos modifican su rutina y aparcan en el perímetro de la ciudad ante la aplicación de la ordenanza, que este 2025 aún no conllevará sanciones
El párking disuasorio de Països Catalans es frecuentado por usuarios que trabajan al centro y optan por no pagar para aparcar.
Los aparcamientos disuasorios de Reus han amanecido llenos a rebosar en el primer día de la entrada en vigor de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE). La estampa no es nueva: estos parkings, situados justo en el límite del área sancionable, son utilizados con frecuencia por quienes trabajan en el centro pero prefieren ‘hacer piernas’ para evitar la zona azul. Este lunes 1 de diciembre, el aparcamiento de la avenida dels Països Catalans ha sumado también usuarios de fuera de Reus que han cambiado su rutina y han aparcado allí por primera vez, como es el caso de Noemí Ramos, de Riudoms: “Siempre aparcaba más adelante, pero hoy he tenido que dejarlo aquí porque mi coche, sin distintivo ambiental, ya no puede circular y no me quiero arriesgar”.
El primer día de fase sancionadora (que este 2025 no conllevará sanciones) ha llegado entre el escepticismo y la resignación, especialmente entre quienes conducen vehículos veteranos, sin etiqueta ambiental, y que no ven motivo para cambiarlos. “El estacionamiento hoy ya estaba muy lleno y temo que en el futuro no pueda aparcar. Mi coche tiene 14 años y me funciona perfectamente”, señala Ramos. Considera que la ordenanza se ha aplicado de forma “precipitada”, pues el transporte público en su municipio “es precario” y no tiene alternativas viables para llegar con garantías al trabajo. “No vengo a Reus por ocio sino por trabajo. Se debería haber hecho de otra manera”.
Tras ella, otros usuarios habituales de este disuasorio -con 275 plazas gratuitas y situado en uno de los accesos al oeste de la ciudad- reconocen que desconocían que este lunes empezaba la activación de las multas. “Lo escuché por la radio, pero no tenía ni idea de que ya entraba en vigor hoy”. Conduce un coche de 19 años y asegura que no piensa cambiarlo: “No tengo por qué. El aparcamiento está igual de lleno que siempre; aparco aquí porque más adelante tendría que pagar”.
Mi furgoneta de trabajo no tiene etiqueta y no sé si tengo que pedir algún tipo de autorización para circular por el centro
Con la misma desaprobación lo viven algunos vecinos de la zona, como Simeó Besora, que cree que la medida es “precipitada” y “mal planteada” ya que lo único que se consigue es trasladar la contaminación “del centro al perímetro” de la ciudad. Su coche no tiene etiqueta y será afectado el 2028: “Parece que todo responda a motivos económicos, con el objetivo de sacar dinero a la ciudadanía”. Una percepción similar expresa Montse Barrull, de Vila-seca, que aparca en los disuasorios desde hace años por proximidad laboral. “Siempre aparco aquí porque tengo el trabajo más cerca. Hoy ya lo he encontrado más lleno de lo normal”, explica.
La incertidumbre es aún mayor entre los trabajadores autónomos. Ruben Jiménez, carpintero especializado en PVC, admite la confusión generalizada: “Sinceramente, no tenemos ni idea”. En casa ha recibido información sobre su vehículo particular, pero no se ha informado sobre su furgoneta de trabajo, la que utiliza diariamente para entrar en la ciudad. “No tiene etiqueta y no sé si tengo que pedir algún tipo de autorización para circular por el centro”, explica.
Una losa económica
El mayor peso entre los usuarios es el económico. “En dos años mi coche no podrá entrar al centro. No todo el mundo tiene los medios económicos para cambiar de vehículo, y menos aún cuando el coche funciona bien”, expresa la reusense Dèlia París. Por su parte, Marina Porqueres, también de Riudoms, reconoce vivir la situación con una mezcla de prudencia y desconocimiento. Su coche tampoco tiene distintivo ambiental, aunque paga el impuesto de circulación (IVTM) en Reus. “No me he informado demasiado porque, de momento, no me afecta a corto plazo”, admite.
La ZBE, ya convertida en un elemento más del paisaje urbano de Reus, aún debe asentarse en la vida cotidiana de quienes viven o acceden a la ciudad a diario, especialmente entre aquellos que dependen del vehículo para trabajar o estudiar.