DE BAR EN BAR: El bar de los detalles
Sandra Milena, del bar Can Carbonell de Reus, considera que con la experiencia se mejora la técnica, pero está convencida de que 'tener la suerte de tener a alguien que te instruya es vital, te ayuda a pulir todo lo que has de mejorar'

SandraMilena tras la barra del bar Can Carbonell.
Entre un ruido inmenso de tazas y platos, Sandra Milena, natural de México, recorre la barra del Bar Can Carbonell. Supervisa cómo siguen los clientes. Hace ya 16 años que se vino a vivir aquí y se conoce muy bien el local situado en la Avinguda Onze de Setembre. Antes de alquilarlo ya había trabajado. «Cuando mi antigua jefa decidió dejar el bar, se me ofreció la oportunidad de cogerlo y llegué a un acuerdo de alquiler con el dueño. En abril hará un año. Aun así, llevaba trabajando aquí unos 4 años y llevaba la contabilidad. Así que el cambio tampoco lo noté mucho», explica. Milena siempre se ha dedicado a la restauración. Empezó en el Café di Roma, en Tarragona. Se ha ido moviendo y ha ido adquiriendo experiencia. «Lo que más me gusta del sector es que la profesión es muy social y hay mucha variedad de personas que entran aquí. Hablas con ellas y aprendes mucho, pues se genera mucha complicidad», explica. Y añade: «En este bar, viene sobre todo gente del barrio. Hay oficinas cerca, tiendas y muchos locales. Nos conocemos casi todos... Si no me hubiera dedicado a esto, quizá me hubiera puesto a estudiar para enfermera, pero me gusta lo que hago, porque es lo que sé hacer. ¡En realidad nunca es tarde!», ríe la mejicana.
Explica que le piden «‘Un bocadillo de queso, por favor’», y se da maña, lo deja todo listo en un santiamén. «¿Por dónde íbamos? Hablemos de cómo aprendí a servir mesas. Los primeros días, cuando mi primera jefa me hizo la entrevista, me preguntó si sabía hablar catalán. Yo ni corta ni perezosa respondí que sí. Luego: ‘¿Conoces bien cómo se utiliza la cafetera?’. Yo en la vida había visto una...», recuerda con un sonrisa. Llegó el gran día, y al salir de la barra, a servir las mesas, Sandra se esforzaba a apuntar hasta los detalles más nimios. «Una vez me pidieron un tinto. En mi país se trata de un café y fui a preparar uno. Las compañeras me miraron extrañadas. ‘Pero, ¿qué haces? ¡Un tinto es un vino!’, me avisaron», relata.
Y la lista sigue con el misterio del chocolate: «Una vez también me pidieron chocolate deshecho. En México, cuando pedimos uno, es como aquí un Cacaolat». Así pues, al encargo de chocolate deshecho, Milena le añadió un poco de leche «para hacerlo más líquido», pero no consiguió quitarle la espesura. Desde entonces pule los pequeños detalles.
Ahora se ha puesto muy de moda la formación de baristas. Milena cree que «es primordial instruir al personal y hay que aprender la base. De hecho, lo primero que hago con las nuevas incorporaciones en el local es enseñarles. Y es que no sólo requiere saber hacer un capuchino o un café irlandés, sino que también hay que aprender a limpiar la máquina sin quemarse».
La experta opina que un café bien hecho garantiza que los clientes vuelvan, porque quizás esta bebida sea la que «más se pide en un bar». Sobre la cultura del café, Milena añade que en su país se concibe de una forma muy distinta en su elaboración. «Nuestros cafés son mucho más aguados. Como el que podrías hacer en tu casa», concluye.