Música
Els Pets, sentimiento de pertenencia en Tarragona
La banda de Constantí abarrota el Camp de Mart para inaugurar el festival de verano con un show pop-rock marca de la casa que repasa su mejor cancionero

Els Pets deleitaron al público con su show.
Probablemente el disco Som (2018) expone la plena madurez de Els Pets, la banda de Constantí que celebra con orgullo 40 años de trayecto. Som sirvió como puesta en escena del primero de los dos shows que la formación interpreta este fin de semana en Tarragona para inaugurar el festival de artes escénicas de verano. Emociones con sentimiento con pertenencia.

Lluís Gavaldà lideró el show en el Camp de Mart.
Lluís Gavaldà ejerce de frontman curtido el mil batallas. Domina el escenario con esa guasa con idioma de pueblo que tanto cala entre la gente. "Bona nit, pelacanyes" soltó antes de quitarse la americana. "Qué noche más fresquita, ideal para llevar americana", dijo con ironía. La calor húmeda adornó el clima del show.
Con Som, el tono del concierto se arropó en el género pop más crudo, a ritmo pausado, más para tocar la fibra sensible que para levantar traseros del asiento.

Imagen del concierto en Tarragona.
Hubo espacio para las reivindicaciones. Gavaldà reclamó la libertad para Palestina antes de interpretar L'exèrcit que vindrà y le guiñó el ojo a su ciudad con una declaración de amor. "Hace tiempo que no tocamos en Tarragona y cuando eso ocurre nos damos cuenta que La vida és molt avorrida sense els vostres cossos".
Después de una pausa breve, el decorado derivó en fiesta mayor con Calla i Balla, uno de los trabajos de estudio más icónicos de Els Pets, de hecho el himno Tarragona m'esborrona abrió la veda del desfase ante un público entregado, no hizo falta demasiado esfuerzo para convencer al gentío de que bailar iba incluido en el ticket de entrada.

El Camp de Mart colgó el cartel de sold out.
"Ara jo flipo amb aquell gat blau i trist i moro d'enyorança perquè no ets aqui", cantó el líder en S'ha acabat, otra tema que ha consumido el paso del tiempo con mucha dignidad. Un tiempo, el de los 90, que catapultó a Els Pets en aquella especie de movida catalana sin igual en la historia.
El Festival Camp de Mart pronto comprendió que había elegido el estreno idílico por la estampa del lugar, por las emociones que despertó el concierto y por que el carácter identitario de los protagonistas. Els Pets jugaban en casa y no defraudaron. Ante familiares y amigos, con la exigencia que eso provoca, se movieron con la personalidad de una banda absolutamente rodada, sin resquicios. Escondieron cualquier defecto con experiencia.
Había en la platea elementos muy significativos de la pasión que el grupo despierta en su ciudad. Infinidad de camisetas referentes al tema La vida és bonica però complicada, niños y niñas que tarareaban melodías como si Gavaldà, Falin, Reig y compañía pertenecieran a su propia generación, alguna lágrima nostálgica. La noche permitió olvidar los problemas rutinarios del día a día, propició una desconexión ingeniosa que solo la música genera. La cultura une, crea lazos comunes indiscutibles. Y Els Pets, en su ciudad, encienden ese sentimiento de pertenencia.