Medioambiente
Corredores fotografían la ‘basuraleza’ que invade los caminos verdes de Tarragona
Miembros de cuatro grupos deportivos han capturado, durante casi un mes, imágenes de los desperdicios que se encuentran en plena naturaleza. Hay desde botellas de plástico hasta una butaca

Una de las imágenes tomada por corredores en el camino del Llorito.
El término ‘basuraleza’ fue acuñado por el proyecto Libera (impulsado por SEO/BirdLife con el apoyo de Ecoembes) y se refiere, como es fácil de adivinar, a la mezcla que surge de juntar basura y naturaleza. Incluso existe una iniciativa para incluir la palabra —que proviene del anglicismo littering y se ha ido popularizando— en el diccionario de la RAE.
Justamente, ‘basuraleza’ es lo que encuentran a diario quienes se aventuran por los caminos verdes de la ciudad. Por ello, con la intención de acercarnos a esa realidad, pedimos a miembros de cuatro grupos deportivos de la ciudad que fotografiaran y enviaran la ubicación de los puntos negros que hallaban durante sus entrenamientos.
Así fue como miembros de Allibera Adrenalina, el Club Excursionista Trail Tarraco, Tarragona Fondistes y Kms contra la droga comenzaron a enviar sus instantáneas. El ejercicio se llevó a cabo entre el 15 de junio y el 13 de julio, y en el mapa contiguo puede verse una selección de las fotos que mandaron.
Pequeños vertederos
Como puede observarse en las imágenes, en muchos casos los residuos abandonados en los caminos son, en apariencia, restos de obras de construcción y reformas: ladrillos, restos de pintura, baldosas, sacos industriales con nombres de grandes superficies de bricolaje, palés e incluso un lavabo. Es imposible saber si se trata de particulares que han decidido hacer obras por su cuenta y no han llevado los escombros a la deixalleria, o de empresas que operan de manera alegal.
Tampoco faltan bolsas de basura con residuos variados, botellas e incluso una butaca. Y es que, como explicaron algunos de los autores de las imágenes, solo fotografiaron los casos más llamativos, ya que a lo largo de los caminos es fácil encontrar otros residuos más pequeños, como envoltorios de comida o latas.
Entorno bonito y desconocido
Xavi Moya, de Kms contra la droga, explica que en Tarragona «tenemos un entorno natural mucho más bonito y potente de lo que imaginamos. Conozco a mucha gente que, cuando empieza a correr, se queda sorprendida al adentrarse un poco más».
Pero en medio de esos parajes, la basuraleza no respeta casi ningún camino. Moya se encuentra desde escombros hasta bolsas de comida rápida de quienes pensaron que era buena idea hacer un picnic y dejar allí los restos. En algunos casos —dice— los residuos llevan tanto tiempo que se han integrado con el entorno.
Estel Lerín, miembro de la junta directiva del Club Excursionista Trail Tarraco, insiste, como todos los participantes, en que se trata de un problema de incivismo que afecta a todos los caminos. «Ves botellas justo al lado de papeleras», ejemplifica. Admite que «no podemos tener una brigada limpiando los bosques todos los días, pero está todo muy descuidado». Cree que habría que perseguir más estas conductas.
Maestra de profesión, Lerín recuerda que cuando se sale a pasear, los residuos pueden volver en la mochila para ser desechados donde corresponde. «No pasa nada por regresar con aquella lata que ahora pesa menos porque está vacía, o meter en una bolsita los papeles de los mocos y el pipí», señala.
Juanky Gil, presidente de Allibera Adrenalina, recuerda que en 2021 un centenar de miembros de la entidad realizó una jornada de limpieza en la zona del Pont del Diable. Recogieron casi seis toneladas de residuos, «desde un papel hasta un colchón», dice. Les costó mucho que el Ayuntamiento retirara lo más voluminoso y, además, en un par de meses la suciedad había vuelto. Además de controlar el incivismo, Gil cree que hacen falta limpiezas periódicas por parte de la administración. «Si ves algo sucio, es más fácil que ensucies tú también», asegura.
Josep Maria Estellrich, presidente de Tarragona Fondistes, apunta que el de la 'basuraleza' no es un problema exclusivo de Tarragona. Temporalmente en Coma-ruga, explica que en el camino de unos 8 kilómetros que recorre a diario podría tomar al menos 20 fotos de vertidos. «Da pena», se lamenta.
Determinar responsabilidades
Consultado al respecto, el Ayuntamiento de Tarragona señala que, cuando recibe una queja ciudadana por vertederos en el medio natural, se avisa a la Unitat de Medi Ambient (UMA) de la Guardia Urbana, que se encarga de realizar una inspección.
En caso de que los residuos se encuentren efectivamente dentro del término municipal, los agentes deben determinar si se trata de terrenos rústicos y quién es el propietario. Dependiendo de si los terrenos son rústicos o urbanos, se encarga el Departament de Medi Ambient o el de Neteja Pública. En la mayoría de los casos, indican, el vertido no está en el camino propiamente dicho, sino en terrenos aledaños.
Entre 1.001 y 2.001€ es la sanción por abocar basura en terrenos rústicos en Tarragona
Si los terrenos son de propiedad municipal, el Ayuntamiento se ocupa de la limpieza. Pero si son fincas privadas, el consistorio hace un requerimiento a los propietarios. Se trata de un proceso administrativo que puede alargarse, ya que los dueños pueden presentar alegaciones. En lo que va de año se han abierto 45 expedientes (por distintos motivos) a propietarios de terrenos rústicos.
En caso de observar vertidos de basura, el camino más rápido para denunciarlos —indican desde el consistorio— es dar aviso a través de la aplicación Epp!, prestando especial atención a la localización.
Residuos que tardan décadas en degradarse
Según datos recogidos por el Proyecto LIBERA de SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, el 70 % de los residuos abandonados en la naturaleza son colillas y plásticos que no solo persisten durante décadas, sino que se fragmentan y generan microplásticos que contaminan suelos, ríos y océanos.
En su último informe dan cuenta de estudios internacionales como uno realizado en Hawaii (EEUU) donde se ha descrito un nuevo tipo de roca compuesta por lava volcánica, sedimentos, masa orgánica y plástico. También destaca la incorporación de ‘basuraleza’ en la arquitectura de nidos de determinadas aves y abejas, así como el efecto ‘espantapájaros’ que ejerce sobre ciertas especies.