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El Institut Pere Martell se convirtió ayer en el paraíso de la soldadura robotizada en la capital de esta técnica tan concreta de ensamblaje de materiales metálicos por excelencia. El aula FMT03 del centro educativo, ubicado en el Complex Educatiu de Tarragona, fue el escenario del CROWS, el primer campeonato colaborativo de robots de soldadura.
Un evento sin ánimo competitivo sino colaborativo en el que alumnos de hasta cuatro centros del estado se pusieron a prueba para descubrir las ventajas de la soldadura mediante un brazo robotizado frente al proceso de la soldadura tradicional, con el trabajador humano y la herramienta.
El certamen empezó el pasado miércoles con unas pruebas iniciales e individuales para probar las diferentes técnicas de soldadura que les permitían los robots.
Ayer jueves el evento se transformó en la ocasión perfecta para compartir el conocimiento de cada centro y aprender nuevas técnicas e ideas. Además del Institut Pere Martell de Tarragona, en este primer certamen participaron el IES Politècnic de Mallorca, la Universidad Laboral de Ourense (Galicia) y el Centro Menesiano Zamora Joven (Castilla y León). Cada centro disponía de su propio robot para enseñar y demostrar sus características.
«Para nosotros supone una gran aportación de conocimientos sobre la soldadura, porque ponemos a prueba todos los meses que hemos estado trabajando y conociendo el robot», explicaba Ana Enric Garrido, estudiante de la Formació Professional de Soldadura i Caldereria del Pere Martell. Para ellos, probar estas nuevas máquinas es como descubrir un el juguete de sus sueños.
A lo largo de la mañana de ayer, los jóvenes de los cuatro centros re repartieron por los espacios amplios del aula y ‘jugaron’ con la máquina. Introducen los datos a través de una pantalla lateral, le dan al botón y esperan la magia: el brazo robotizado funciona como si tuviera cerebro propio. El objetivo: soldar un cubo a presión con diversas superficies y juntas, para aplicar todos los conocimientos: «El secreto está en poder soldar tan bien la pieza que, si el cubo se usara eventualmente bajo mucha presión, no cedería por las juntas», explican ellos, probándolo.
«Lo mejor para nosotros es poder ver otras técnicas y los procesos de otros lugares, es una suerte participar en este certamen», reconocen Unai Enríquez y Adrián Montero, alumnos de los Menesianos de Zamora Joven.
«El objetivo es la industria 4.0, abrir el mercado y que las nuevas tecnologías lleguen a los estudios tradicionales, queremos estar al día», explicaba Sandra Sanchis, responsable del departamento de fabricación mecánica del Pere Martell. Allí tienen el único brazo soldador robotizado de toda Catalunya, que recibieron hace apenas cinco meses.
La pregunta que planeaba el aula, pero, es si este tipo de soldadura podría sustituir la humana. La respuesta es clara: no.
La nueva proporciona una mayor seguridad y capacidad de trabajar en larga cadena, además de eliminar el pulso humano y el peligro de quemadas, pero los alumnos y profesores tienen claro que los robots deben «acompañar» a los trabajadores «como una herramienta más» que facilite el trabajo, pero que en ningún caso puede sustituirlos.
Ellos van haciendo pruebas pero el trabajo humano va a seguir siendo imprescindible.
