María Jesús Montoro Chiner (Valencia 1947) fue la primera catedrática en derecho administrativo de España, cargo que ejerció hasta su jubilación en la Universitat de Barcelona. Asesora de diferentes administraciones públicas, es pionera y referente del derecho ambiental. Hoy será investida doctora Honoris Causa por la URV.
¿Cuándo pensó en ser abogada?, ¿La apoyaron en su casa?
Aproximadamente a los 16 años. No lo tenía muy claro porque mi preferencia siempre han sido las humanidades; el arte. Pero mi padre me hizo ver que si estudiaba una carrera a la que se le pudiera sacar efectos prácticos, podía dedicarme a esa carrera por la mañana y leer Platón y a Aristóteles por la tarde y ver todos los cuadros que quisiera.
¿Cómo era la universidad?
Tuve un plantel de profesores que difícilmente se puede dar otra vez, pero fueron malos años porque cuando no sacábamos los bancos a la Diagonal entraba la policía en el campus. A veces perdíamos dos y tres meses de curso. Estábamos en un mundo que tenía que cambiar. Parecía que faltaba poco, pero al final fue más. El caso es que en el año 69 yo tenía mi licenciatura en derecho e incluso había pasado temporadas en universidades extranjeras.
¿Había paridad?
Nuestra promoción fue la primera en que éramos la mitad chicas y la mitad chicos y en aquellos momentos fue un escándalo.
Fue la primera catedrática de Derecho Administrativo.
Sí, de mi disciplina sí, aunque había otras colegas de derecho internacional, civil o mercantil.
¿Tuvo que romper muchos techos de cristal?
Sí, pero también le digo que en mi posición yo pensaba: ‘Este es catedrático ¿Y por qué yo no?’... A mí me educaron como un chico y así me dejaron situada para un mundo que me iba a encontrar 20 años antes.
Es madre de tres hijos ¿Cómo llevó la conciliación?
No lo llevé mal. Tenía ayuda en casa y, si tenía que sacrificar medio sueldo para ello, pues la sacrificaba.
A lo largo de su carrera, ¿cuáles diría que son las leyes que más han cambiado las vidas de las personas?
Las leyes civiles fueron muy tardías. Entramos casi en los 70 para que una mujer pudiera abrir una cuenta bancaria a su propio nombre y sin permiso. Las leyes de conciliación también llegaron tarde. Recuerdo haber dado clases estando enferma por aquello de que no fueran a decir que era una floja... En cambio las leyes sociales hicieron mucho y las ambientales han sido más pioneras.
¿Cree que la ciudadanía piensa que un delito ambiental es igual de importante que otro tipo de delito?
Yo creo que la en general la sociedad está muy concienciada de que el delito ambiental es un delito fuerte. El único problema es que se percibe como un delito difícil de probar.
¿Qué piensa cuando ve todo el discurso que niega el cambio climático?
No lo puedo entender. No sé cómo se puede tener una fe tan ciega en el partido o en lo que profese como para acabar diciendo que lo blanco es negro. Me siento mal.
¿Cómo se desarticula ese discurso?
Pues como no sea por la vía de los hechos consumados y que al cuarto desastre que nos suceda, que quizá ya no tenga remedio, entonces lo puedan entender.
¿Cómo se pueden equilibrar los intereses económicos y la protección del medio ambiente?
Lo primero es que el medio ambiente nos lo hemos cargado entre todos. Siempre he pensado que el medio ambiente lo conseguiremos salvar cuando salvarlo de dinero. Cuando algo da dinero es entonces es cuando la tecnología avanza.
Hace unos días asistí a la presentación de un libro sobre la personalidad jurídica de los autómatas inteligentes ¿Qué piensa?
Pues creo que como he tenido la suerte de ver venir las cosas y espero no haber perdido esa facultad, le diré que no me sorprende. Es algo que está aquí y que no se detiene. En el mundo actual hay personas que tienen más contacto y confianza con un aparato que con la persona con la que comparten casa y almohada. Llegar a imaginarse que eso puede tener una personalidad jurídica y conseguir que un parlamento se la dé es posible. Apostemos a que en 15 años tendremos algo así. Y, sino, me llama.