Obituaro: Sin tiempo para la despedida

De enorme corazón Josep María Coronas fue un excelente cirujano del Joan XXIII y un profesional exultante de vocación. Cartesiano en sus valoraciones, nunca le dolió sacrificar su vida familiar para darse a los demás

19 mayo 2017 17:21 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:46
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Enric Pujol Cayuelas

‘Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado’

(‘Elegía a Ramón Sijé’, Miguel Hernández)

Hace unos días nos dejó el doctor Josep María Coronas Riba, cirujano del Hospital Joan XXIII donde ejercía su profesión desde 1978 que entró de residente. Una rápida enfermedad en menos de dos semanas se lo llevó sin dar tiempo a una despedida. Un cruel e injusto final, que supo afrontar con entereza, para quien del Hospital había hecho su segundo hogar.

Conocí al doctor Coronas en junio de 2007 a raíz de una pancreatitis aguda que contraje y que él, junto a su equipo, logró erradicar y a la vez alargar la fecha de caducidad de mi vida. Fueron días muy duros, depresivos pero sus palabras precisas y sin adornos solían aliviarme la desazón del alma. De inmediato empatizamos y más al saber que nos llevábamos cinco días de calendario.

Allí nació un feeling especial y entablamos una relación de largas conversaciones al entorno de la cama del hospital, después con un café sobre la mesa, coincidiendo en la tribuna del Nou Estadi o viendo los castells por Santa Tecla.

José María de enorme corazón, fue un excelente cirujano y un profesional exultante de vocación, cartesiano en sus valoraciones y a quien no le dolió sacrificar su vida familiar para darse a los demás. En alguna charla distendida sobre la semejanza entre la vida de un médico cirujano y un periodista exentas de horario, ‘sin vocación, pasión e ilusión no se puede ejercer una profesión’, decía.

Aunque barcelonés de nacimiento estaba plenamente integrado a Tarragona, en la última conversación a finales de setiembre me comentó que se lamentaba de los recortes sanitarios que obligaban a una mayor dedicación.

Se sentía tremendamente orgulloso de sus dos nietos y naturalmente de sus hijas, Anna, abogada, y Laura periodista. Descansa en paz amigo; qué paradoja, qué sarcasmo, supiste alargar la vida de los demás pero no pudiste con la tuya. El viernes 18 de noviembre tendrá lugar un funeral a las 17 horas en la iglesia de Sant Pau.

Enric Pujol

‘Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo’

(‘Elegía a Ramón Sijé’, Miguel Hernández)

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