Riqueza litoral desde el pintoresco Roc de Sant Gaietà hasta el Cap Salou más salvaje

El Tarragonès, con 60 kilómetros de costa y una amplia oferta turística y de ocio, regala un abanico de atractivos patrimoniales y paisajísticos con un marcado carácter mediterráneo

23 febrero 2022 18:12 | Actualizado a 23 febrero 2022 18:14
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El Tarragonès es una de las comarcas más abiertas al Mediterráneo. Playas de gran extensión, arena fina y poca profundidad, divididas por pequeños accidentes como el Cap Salou o la Punta de la Mora, dibujan un paisaje llano y amable con aroma a pino y a salitre. La comarca cuenta con una línea litoral de unos 60 kilómetros y algunos de los destinos turísticos punteros de toda España.

Es el caso de Salou, sin lugar a dudas uno de los principales destinos de sol y playa del país. La ciudad, con una basta oferta de alojamiento y de ocio, se ha ganado en los últimos años el título de capital de la Costa Daurada. Y méritos no le faltan. Con 14 kilómetros de costa y una decena de playas y calas, Salou posee algunos de los rincones más especiales del litoral tarraconense. 

El amplio paseo Jaume I, una de las principales arterias de la ciudad, con sus fuentes, su estatua en honor al rey conquistador o sus chalés modernistas, que son toda una rareza, convive con otros imponentes atractivos naturales que se pueden apreciar desde el Camí de Ronda. Este sendero peatonal, con una longitud de unos 6,5 kilómetros, recorre la costa salouense desde la zona de Pilons, popularmente conocida como los

Acantilados, hasta el Faro de Salou, con más de 150 años de historia y que es el único que continúa habitado en toda Catalunya.

Resiguiendo la línea litoral, sobrepasando el yacimiento íbero de la Punta de la Cella, encontraremos La Pineda, el barrio marítimo de Vila-seca. El espacio protegido de la Sèquia Major o los monumentales pinos de Mariscal, todo un emblema para la ciudad, complementan los 3 kilómetros de tranquila playa que bañan el municipio. El Castell de Vila-seca, un espacio recuperado recientemente como sala de exposiciones de arte moderno, es otro los reclamos de la localidad para alimentar los sentidos.

Sin embargo, si lo que buscas son emociones más fuertes, siempre quedará PortAventura World, el parque de atracciones más grande de España.
La capital de la comarca, Tarragona, no es sólo un interesante destino cultural, gracias a su palpable pasado romano, sino que también dispone de una oferta patrimonial y de ocio muy variada. Empezando por el punto más elevado de la ciudad, la Catedral dedicada a la patrona Santa Tecla. En este punto exacto, los romanos habrían levantado siglos atrás un templo en honor a Augusto; los visigodos, una basílica cristiana y los musulmanes, una mezquita. Una mezcla de civilizaciones que se puede apreciar también en las calles de la Part Alta, el casco antiguo de la ciudad que queda acotado por la muralla romana y que esconde restos de una ciudad medieval o de un barrio judío.

Pero Tarragona es una ciudad que mira hacia el mar. Algo que se puede hacer de forma literal sin salir del centro, asomándose al Balcón del Mediterráneo, desde alguna de sus atractivas playas o bien desde su pintoresco barrio portuario, El Serrallo, que cuenta con alguno de los mejores restaurantes de la zona.

Un hijo ilustre de la ciudad, el arquitecto Josep Maria Jujol, también dejó su huella modernista en varios puntos de la comarca que bien merecen una visita. Quizá su obra más reconocida sea el Teatro Metropol, en el corazón de la Rambla Nova, pero la firma de Jujol también se puede apreciar en edificios como la Casa Bofarull, en Els Pallaresos, o la iglesia del Sagrat Cor de Vistabella, en La Secuita. En Roda de Berà, además, se puede visitar el Espai Jujol, que repasa su vida y obra.

Naturaleza y castillos en el Gaià

Al norte de la comarca, el río Gaià confiere un carácter propio a los municipios que se agrupan en su cuenca. Bajo el paraguas de la subcomarca natural del Baix Gaià, municipios como Torredembarra, El Catllar, Altafulla o Creixell comparten un territorio y una historia común, tal como se puede comprobar en la ruta por los Castillos del Baix Gaià, que recorre una decena de castillos medievales enclavados en los núcleos urbanos, pero también en plena naturaleza. 

Asimismo, Altafulla alberga uno de los núcleos medievales mejor conservados, la Vila Closa, que junto al paseo de Les Botigues de Mar otorgan a la localidad un inconfundible aire mediterráneo. Lo mismo ocurre en Roda de Berà y su pintoresco Roc de Sant Gaietà, un pueblo típico de pescadores con una arquitectura muy dispar que está unido con la playa Llarga a través del Camí de Ronda. 
En los últimos años, en el Baix Gaià se han puesto en marcha varios proyectos medioambientales que trabajan en la recuperación del ecosistema del entorno fluvial. Precisamente en el tramo final del río se puede hacer una excursión, saliendo desde Altafulla, que recorre un sencillo sendero en paralelo al curso fluvial con final en la desembocadura, en la playa de Tamarit. 
En este preciso punto, podemos observar dos de las postales más icónicas del Tarragonès, a lado y lado del río. Hacia el norte, encontramos el Faro de Torredembarra, el más moderno y alto de toda Catalunya. Muy recomendable coger oxígeno y subir los 217 escalones para llegar a su mirador y disfrutar de una de las mejores vistas de la Costa Daurada. Hacia el sur, en otro acantilado, se erige el Castillo de Tamarit, una fortificación cargada de historia que es un paraje único en la costa catalana.

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