Si hablamos de Robert Capa nos vienen muchas imágenes a la cabeza, pero seguramente sean en blanco y negro. El famoso fotógrafo bélico también desarrolló una parte de su legado en color. Una faceta que ha pasado desapercibida pero que se recupera con la exposición abierta desde este jueves en el CaixaForum Tarragona, Robert Capa en color.
La muestra está realizada conjuntamente por la entidad bancaria y el International Center of Photography de Nueva York. Su conservadora Cynthia Young, comisaria de la expo, explicó que «hay tres motivos por los que la obra de Capa en color no era conocida: el primero era técnico, ya que entonces los films en color eran inestables; el segundo, es que en aquellos años el fotoperiodismo se hacía en blanco y negro y el color era para la publicidad; y el tercero, la foto en color se impulsó en la posguerra, con historias de gente guapa y pija, no temas tan serios, como la guerra, asociados al blanco y negro».
Robert Capa empieza a experimentar con la fotografía en color en 1938, mientras cubre la guerra chino-japonesa. A partir de 1941 regresa a Nueva York y se reinventa incorporando la fotografía coloreada a su trabajo.
Así inicia la muestra, con las instantáneas previas a la participación de las tropas norteamericanas en la Segunda Guerra Mundial. En esa travesía por el Atlántico camino a Inglaterra, captura a los soldados: disfrutando de un combate de boxeo a bordo de un barco de guerra o con la mirada en el horizonte contemplando lo que les espera en el frente.
«Sus fotografías no son accidentes y la emoción que reside en ellas no es azarosa. Capa podía fotografiar el movimiento, la felicidad, el desengaño. Podía fotografiar el pensamiento». El escritor John Steinbeck acompañó al fotógrafo húngaro hasta la Unión Soviética en 1947. Juntos hicieron un reportaje sobre las vidas de los ciudadanos rusos corrientes que contrastaba con la retórica de la Guerra Fría. Lo recopilaron en A Russian Journal, que lo único que tenía en color era la portada. A pesar que el film Ektachrome -de color- lo usaba esporádicamente la expo recupera imágenes de la Plaza Roja.
Como explicaba Chyntia Young los primeros trabajos en color se asociaban a gente esnob. Pocas cosas hay más pijas que esquiar en los Alpes. Capa era un amante del esquí que solía ir a Suiza en invierno para disfrutar de la nieve. A finales de 1949 recorrió estaciones de esquí, donde capturó famosos de Hollywood y la realeza europea en paisajes blancos. Allá donde el color es lo artificial, la suma de todos ellos forman un escenario plácido.
A principios de los cincuenta, su viaje por el color le conduce hasta la costa atlántica francesa en Deauville y Biarritz. En la ciudad normanda capta la mezcla de clases sociales en el hipódromo. En el País Vasco galo refleja sus playas y folklore. Si nos fijamos bien, vemos un baile popular en una plaza en que muchas parejas están formadas por dos mujeres. ¿Dónde están los hombres? No regresaron de la Segunda Guerra Mundial.
Capa era amigo de muchos actores y directores de cine. Ingrid Bergman, John Huston, Roberto Rossellini o George Sanders son algunos de ejemplos. En sus rodajes inmortalizó la cara oculta del cine. Pero esas fotografías entre bambalinas no eran para ningún reportaje concreto ni proyecto importante. Simplemente para reírse entre ellos, solo las mostraba en fiestas con las propias estrellas. Quién sabe si deseaba esos labios rojos de Ava Gardner, mientras la fotografiaba maquillándose para una película.
En 1954, Robert Capa recibió una invitación de Minichi Press para viajar a Japón y fotografiar lo que quisiera. En el país nipón le llegó otro encargo muy suculento económicamente de la revista Life para documentar la Guerra de Indochina.
En los antiguos conflictos armados que había cubierto, el fotógrafo lo había hecho al lado de su causa. Con los republicanos en la Guerra Civil y con los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. No ocurrió así en el sudeste asiático. De todas formas, se enfangó en campos de arroz y siguió la guerra, pero bordeando una carretera pisó un mina.
La revista Camera publicó sus imágenes en Indochina en blanco y negro, con una en color en su portada: un pastor de patos pasea a los animales junto a su hijo ante un par de soldados y un cielo triste.
París, Londres, Noruega, Roma o Picasso, son otros de los motivos coloridos que capturó el húngaro. Las fotos, revistas, documentos y cartas de la exposición forman un espacio lleno de contrastes, entre la guerra, el reportaje social, el viaje o el cine. Pero más allá del color, todo ello es Robert Capa.
Una perspectiva inesperada
La muestra Robert Capa en color, que se puede ver en el CaixaForum Tarragona hasta el 21 de julio, está dividida en 16 ámbitos, incluye 140 fotografías: instantáneas de la Segunda Guerra Mundial y de la guerra árabe-israelí del 1948, así como varios encargos que van de la elegancia de las capitales europeas a los conflictos contemporáneos, y que llegan finalmente a Indochina, el último encargo, donde murió al pisar una mina mientras hacía una fotografía.
A partir de la exposición, se despliega un programa de actividades para todos los públicos que incluye el ciclo de conferencias ‘Una historia del color en fotografía: de Robert Capa a la actualidad’, coordinado por Érika Goyarrola, así como visitas comentadas dirigidas al público, cafés y vermuts tertulia. También habrá una programación especial para la Noche de los Museos, el próximo 18 de mayo.