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Vilallonga del Camp: los mensajes al móvil han llegado desacompasados y la sirena ha sonado tarde

Los alumnos de la escuela han seguido las indicaciones y las recomendaciones

29 mayo 2025 17:01 | Actualizado a 29 mayo 2025 20:11
Se lee en 2 minutos
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Los alumnos de la Escola Pere Virgili de Vilallonga del Camp ya están acostumbrados a escuchar las sirenas del Plaseqta. Ya tienen asumido qué tienen que hacer cuando las oyen. Pero hoy jueves, tanto ellos como sus profesores han ido un poco desorientados.

La recepción de mensajes en los móviles han ido muy desacompasados; a los que les han sonado, porque no todos los docentes los han recibido. En la zona hay muy mala coberturas de los teléfonos móviles

Todo personal de la escuela era conocedor que este jueves había un ejercicio –no simulacro, porque no se simulaba ninguna fuga tóxica–. «A nivel de todas las tutorías se ha trabajado las sirenas y cuáles serán los tonos que se escucharan de inicio y de final», apunta Neus Cogul, la directora.

Tanto los profesores como los alumnos y el personal no docente –incluso el que se encarga del comedor escolar– saben qué hacer si se activa la sirena. Las 15 aulas cierran las ventanas al escuchar el tono discontinuo, que indica el inicio del confinamento. A la vez, se cierran todas las puertas que desde los dos edificios de la escuela dan a la zona del patio. «Siempre que se han activado las sirenas, siempre nos hemos confinado», recalca la directora.

Es la hora

Faltan pocos minutos para las cuatro de la tarde. Neus Cogul recorre los pasillos para comprobar que todo está en orden. No hay ninguna clase en el exterior haciendo educación física. Ha llegado, a través del Ayuntamiento, un aviso de Protecció Civil de altos niveles de ozono, y las autoridades recomendaban a la población más sensible que limitar la exposición prolongada al aire libre durante las horas centrales del día.

Estamos en el aula de quinto B, en la primera planta. Pasan pocos segundos de la hora prevista cuando se escucha el sonido del eAlert procedente de la planta baja. «La última vez que se hizo un simulacro a mí no me sonó el teléfono», recalca la directora. Y hoy, tampoco. A las 16.02 llegaba el primer mensaje –de inicio del confinamiento– a Maite, la profesora de la clase. Y cinco minutos más tarde, el segundo, en esta ocasión en ingles. Casi a la misma hora sonaba la sirena. Eran las 16.07 horas.

Era el momento para que alumnos se apresuraran, en orden, a cerrar las ventanas, a bajar las persianas y, como iniciativa propia, a poner unos cojines debajo de la puerta para evitar la posible entrada de humo o elementos tóxicos. Y a partir de este momento, sigue la clase con normalidad. En esta y en el resto de aulas.

El fin

A las 16.18 horas, once minutos después de sonar, se volvía a escuchar la sirena, en este caso con un tono continuo, para anunciar el fin de la orden de confinamiento. Pero los mensajes a los móviles se han hecho esperar. Los primeros han comenzado a llegar a las 16.27 horas. En estos momentos, los padres ya se apresuraban a las puertas del centro para recoger a sus hijos.

«Como cada año hacemos entre uno y dos de estos ejercicios, todos estamos ya muy habituados. Coges conciencia por si algún día pasa algo», asegura la directora.

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