Zahara (Úbeda, 1983) lidera la escena de la música independiente nacional. Es la artista absoluta, porque produce y compone su propia obra. A Tarragona –viernes 30 de mayo, a las 22.30 en el Camp de Mart– llega con nuevo material bajo el brazo, el álbum Lento Ternura. Imprescindible figura para el Tetafest.
‘PUTA’, a pesar de ser un disco con paisajes muy duros, se ha convertido en su obra maestra. ¿Cómo se hace un nuevo álbum después de crear algo semejante?
Supongo que sin pensar eso, porque si no no me habría atrevido a volver a componer. Yo intenté vivirlo al revés; hice un disco que fue relevante, que supuso un cambio de paradigma. Creé un disco que me cambió la vida cuando no esperaba nada, así que puedo estar tranquila, descansar y agradecer que al menos entre todas mis creaciones tengo algo así, y ahora hacer lo que me apetezca sin esa presión.
«El hueco no es carencia sino refugio». Hay un cambio en el mensaje. Más optimista ¿verdad?
Eso creo. Parte del viaje de PUTA hasta Lento Ternura ha sido aceptar que soy también esas derrotas que me acompañaron y que convivir con ellas o mostrar mis defectos no es algo que me invalide, sino que me hace más completa. Quienes nos hemos sentido inadaptados hemos encontrado en la música un lugar donde refugiarnos que nos ha salvado la vida. Pero también nos ha enseñado que otras vidas estaban escondidas en el mismo sitio, acompañándose y ahí estamos todas diciendo, oye, no éramos tan pocas las raras, a ver si al final éramos muchas.
Aparecen en ‘Lento Ternura’, dosis de humor. ¿Forman parte de su estado emocional actual?
Sí, lo necesitaba mucho. PUTA fue un disco catártico, pero vivirlo en los conciertos fue durísimo. Para mí poder cantarle a otras situaciones de mi vida y no solo a las traumáticas está siendo algo necesario. Me encanta subirme al escenario ahora y saber que voy a estar riendo, no solo cabreada o dolida. Era algo que echaba de menos en PUTA donde no cabía el humor.
Muchas veces nos olvidamos que detrás de los artistas hay personas con sus paraísos e infiernos. ¿Cómo es Zahara?
Ufff. Pues bien de infiernos, la verdad (jajaja). Soy una persona bastante común, sufro mucho por todo, me repito conversaciones que han pasado contestando lo que debería haber dicho y callé, intento dejar de juzgarme por cada cosa que hago pero no siempre lo consigo. Luego tengo muchas vidas, supongo que como casi todas las millenials. Soy artista, pero también tengo mi propio sello, con todo lo que eso implica. Soy madre, quiero seguir siendo amiga de mis amigas, a las que cada vez veo y escribo menos porque no tengo un segundo. En fin, una mujer de 2025.
«Sé de lo que te aterra, pero también he aprendido junto a ti que hay fortalezas» canta en ‘Tus michis’. La amistad y el amor en modo reivindicativo...
Totalmente. Para las mujeres nacidas en los 80 la presencia de otra mujer muchas veces era competencia, a veces hasta dentro del círculo de aquellas a las que considerabas amigas. A mí me ha costado mucho quitarme ese miedo a que aparezca una mujer en una sala y que me pueda arrebatar algo. ¿Arrebatar qué? Pienso lo retorcido que es el sistema y cómo ha triunfado enemistándonos a las mujeres y dándonos miedo. Ha sido un camino precioso comprobar que pueden aparecer mujeres en mi vida y que no solo no son competencia, sino que las mujeres son las que ahora y siempre me han sostenido y entonces repaso a las amistades de mi infancia y veo a Celia, que estaba ahí cuando éramos bebés y sigue ahora y que siempre me trató como una igual.

La búsqueda constante forma parte de su camino. Y ahí aparece la electrónica.
Para mí es la manera de mantenerme viva: la búsqueda. Yo creo que es lo único que nos hace ser jóvenes, ¿no? Tener siempre curiosidad, querer saber qué hay al otro lado, descifrar lo que no conocemos y para mí eso es la electrónica. Un continuo descubrimiento como oyente o como productora, bailando en el club o conduciendo y escuchando lo último de Djrum. La electrónica apareció hace muchos años pero no fui consciente de ello hasta que estaba de gira con Santa y hablaba con Martí sobre música, nos pasábamos discos... Ahí vi que la electrónica ya formaba parte de mi día a día solo que el prejuicio me impedía nombrarla así. Descubrí a grandes artistas pop que estaban más cerca del club que del rock y desde ahí fui llegando a proyectos alucinantes como Floating Points o Caribou. El sumergirme complemente llegó cuando fui a mis primeras raves y sentí el tecno en el cuerpo. Ese viaje es solo de ida. Si vas y conectas, no te marchas nunca.
Zahara cae de pie en el Tetafest.
Me encanta que existan propuestas así y a la par me da rabia que para que las mujeres estemos en festivales se tengan que hacer festivales solo con mujeres en el escenario. Creo que ya en 2025 deberían haber cambiado las cosas y que festivales como este fueran una medida extraordinaria ya superada, pero no, necesitamos Tetafest y necesitamos iniciativas de discriminación positiva que muestren en el escenario la realidad y diversidad de la escena que desde hace años ha dejado de estar orquestada por los hombres.