El columpio, un gran invento

Los que somos padres y hemos metido muchas horas en parques infantiles sabemos que el columpio es un gran invento. De los mejores, de hecho. Yo a veces recurría a esta atracción cuando llegaba ese momento –y llegaba todos los días– en que comenzaba a temer por la integridad física de mis hijas porque, quizá fruto del propio cansancio, se alteraban y se ponían a inventar demasiado, a saltar de un lado a otro... El columpio ejercía entonces como una especie de bálsamo, como una suerte de descanso para las guerreras –y, sobre todo, para su padre–. Otras veces eran ellas las que, por propia iniciativa, se subían a este aparato y pasaban largos ratos balanceándose. Ahora descubro que con toda aquella actividad nos podríamos haber ahorrado unos cuantos euros en electricidad. Y es que una empresa española ha apostado por un producto tan cotidiano, popular, divertido y sencillo de usar como un columpio para convertir la energía del balanceo en electricidad. Su mecanismo es muy sencillo, se trata de un columpio con una batería donde se almacena la energía generada por el movimiento del balanceo de la persona al columpiarse que, además, cuenta con cuatro tomas de corriente localizadas en un lateral del columpio, en las que el usuario puede cargar cualquier dispositivo electrónico: móviles, tabletas, portátiles... Y se puede instalar no solo en parques, sino también en centros comerciales, aeropuertos o estaciones de tren, metro y autobuses..., con lo que la espera puede hacerse más llevadera. Pues sí, un gran invento el columpio. Y encima dicen que refuerza el corazón e incluso permite adelgazar: una hora de columpio hace perder hasta 200 calorías. Al que empuja, alguna más. Ya se lo digo yo.