Habían colocado un búho de pega para espantarlas pero en apenas una semana las palomas ya no se asustaban. Incluso parece que cogieron confianza con el muñeco.
Los Campaners de l’Arboç y la parroquia no sabían qué hacer para evitar que las palomas entrasen en el campanario y ensuciasen todo con lo que supone para la afectación de la piedra por la acidez de sus excrementos y también para la salubridad.
Los Campaners de l’Arboç tocan las campanas dos veces al año. El 9 de junio para conmemorar la entrada de las tropas francesas que ese día de 1808 asolaron la localidad. Entonces tocan a sometent y a foc. También vuelven a tocar las campanas con motivo de la Festa Major el cuatro domingo de agosto.
Ahora la parroquia ha impulsado una acción de trabajo en vertical con una empresa especializada para colocar mallas de nylon en las aperturas de la torre del campanario para que las palomas no puedan acceder. También se han colocado rejas en los espacios en los que se concentraban las aves.
Voluntarios de L’Arboç, entre ellos los campaners , también han saneado las escaleras y las estancias que presentaban acumulación de residuos de las aves.
Según explican había espacios llenos de excrementos y no sabían cómo frenar ese impacto de las palomas. Pese a que realizaban limpiezas, era difícil mantenerlas.