-¿Cuántos años hace que se dedica a los tatuajes?
- Que me dedico a ello de forma profesional, unos quince años. Eso sí, mi padre ha sido una gran influencia. En cuanto salía del colegio me iba a ver a mi padre tatuar en su estudio.
-¿Desde pequeño fue de los que se distraían en clase dibujando?
- Siempre. Siempre estaba dibujando. De hecho, una vez me aprobaron un examen de inglés gracias a un dibujo. Querían que me estuviera quieto y les hice una Estatua de la Libertad. Me aprobaron pero se quedaron mi dibujo.
-¿Se hacen más tatuajes ahora o antes de la crisis?
- La crisis se nota. La gente se lo pensaba menos antes. Buscan que tenga más sentido.
-¿La gente le da mucha importancia al hecho de que tenga un significado o se fija más en la moda?
- Existen los dos perfiles. Las modas nunca van a dejar de existir pero siempre habrá gente que se tatúe el nombre de sus hijos.
-¿Qué tatuaje recuerda como el más difícil?
- Una vez hice un Buda, sentado en una flor de loto y con el Taj Mahal al fondo que fue todo un reto. Ocupó casi toda la espalda. También lo disfruté, la verdad, porque me gustan los trabajos detallistas.
-¿Existe mucha competencia en Reus?
- Reus es cuna de tatuadores. También hay que tener cuidado. Hay quién se compra la máquina y cree que ya sabe. No por tener un bisturí eres cirujano.
-¿Cuál es el perfil habitual del que se tatúa?
- Gente entre los 18 y los 40 años. Tanto chicos como chicas. De hecho, ellas se los hacen más a menudo pero más pequeños. Ellos van más a lo grande, en menor número. También son cada vez más jóvenes; incluso chicos de 15 años vienen con permiso de su padre.
-¿La mayor sorpresa que ha tenido en cuanto a un cliente?
- Un hombre de 72 años. Le hice una cabeza de águila en el antebrazo. Había dejado de fumar, y como la mujer quería darle un premio, le dio permiso para hacérselo. ¡Imagínate la de piel que tuve que estirar! Al final quedó perfecto y el hombre se marchó contento.
-¿Qué opinión tiene respecto al láser?
- El láser quema. Si te haces muchas sesiones en un mismo sitio, puede llegar a afectar la piel. Yo lo usaría para difuminar y tatuar encima, no eliminar totalmente. Además, duele y cuesta más que el tatuaje.
-¿A qué edad se hizo el primero?
- ¡Hasta los 16 no me dejaron! Me hice un duende en la espalda y me lo hizo mi hermano. El siguiente fue un vikingo y mi madre me obligó a no repetir hasta pasados tres años.
-¿Cómo se introduce alguien en el oficio?
- Con cursos. En Reus Tattoo hacemos uno de 35 horas, tres al día, para chicos a partir de 16 años. Mi padre enseña lo que ha aprendido durante más de 30 años. Empezando por lo más básico y practicando mucho.
-¿Cambia mucho el dibujar del tatuar?
- Sin duda. La piel es más dura, la máquina pesa... Además, un noruego tiene la piel mucho más fina que un africano.