Hace 9 años, Pep Pérez i Ramon Ollé, dos amigos de Valls y Tarragona, decidieron sumergirse al mundo cervecero con la fundación de la empresa Cerveses La Gardènia SL y empezaron su particular aventura con Rosita, conocida como la «cerveza artesanal de Tarragona» y fabricada en Alcover, municipio del Alt Camp.
Con una producción de 190.000 litros y unas ventas de 570.000 botellas de 33 cl al año, se han convertido en uno de los principales productores de esta bebida artesanal de la provincia, llevando el nombre de Tarragona por toda España y también por distintos rincones del mundo, como Australia, Japón, Canadá y ahora China. No obstante, cuando todo empezó, su nivel de conocimiento de esta industria era cero. «No sabíamos ni que había distintos tipos de cerveza», explica Ollé.
La idea surgió en el tiempo muerto que tenían los dos amigos en la pequeña consultoría que llevaban conjuntamente. Pensaban en emprender un nuevo negocio y las primeras propuestas fueron la producción de vino y vermut. «Pero fueron descartadas, la primera por tratarse de un mercado muy saturado, y la segunda por ser un producto difícil de hacer».
Teniendo en cuenta el auge del sector de la cerveza artesana, Pérez y Ollé optaron por esta última opción. En 14 días se agotaron las primeras 20.000 botellas de Rosita Original, hecha con miel y elaborada en una fábrica del dur de Francia. Ante el éxito, los socios decidieron ampliar el capital y se inauguró la fábrica Rosita en Alcover, donde se realiza todo el proceso cervecero, desde el molido y cocción del grano de malta al etiquetaje, pasando por el reposo y fermentación y el embotellado y segunda fermentación.
Desde entonces, la pequeña empresa no ha parado de reinventarse ofreciendo distintos tipos de cerveza y llegando a los 550.000 euros de facturación anual. «Nos encontramos en el boom de la cerveza artesana y la gente vuelve avalorizar lo tradicional», señala Ollé. Actualmente, además de la Original, Rosita también comercializa Ivori, con toques de naranja, y Negra, con avellanas de Alcover.
Apuesta por la calidad
Rosita no es una cerveza que se pueda encontrar en cualquier bar, restaurante o gran superficie. Tal como remarcan los dos fundadores, este es un producto de autor comercializado en «establecimientos exclusivos», ya que «no se busca el volumen, sino la calidad».
De hecho, los primeros a recibir Rosita con los brazos abiertos fueron establecimientos de la alta restauración catalana, como el Bulli, Can Fabes, Sant Pol o Miramar. Además, el producto se puede encontrar en tiendas especializadas y también en 14 países de todo mundo. «Tenemos claro que no podemos competir con las grandes industrias cerveceras, así que apostamos por mercados muy concretos», dice Ollé.
Aunque la empresa cuente con unas buenas cifras de producción, su red de distribución es muy reducida y todo el proceso es realizado por tan solo cinco trabajadores.