Solo uno de los 69 diputados de Podemos lleva rastas, el canario Alberto Rodríguez, pero por las reacciones suscitadas parece que todos fueran hijos de Bob Marley. La vicepresidenta primera del Congreso, la popular Celia Villalobos, dijo no tener nada contra ese peinado, pero reclamó que «las lleven limpias para que no me peguen un piojo». El PP, que vio la que se venía encima, salió al quite y el portavoz parlamentario, Rafael Hernando, templó gaitas: «Es una forma simpática de hablar».
Villalobos, que lleva a gala no tener pelos en la lengua, puso un altavoz los comentarios que hacían varios de sus compañeros de bancada durante las promesas de acatamiento de la Constitución de los parlamentarios del partido morado. Fueron comentarios que se perdieron en el fragor del pleno del miércoles, pero muchos aludían a la ropa y la higiene de los diputados de Podemos. «Qué pintas, por Dios», comentaba una diputada castellano-leonesa del PP a otra compañera de partido.
El aludido publicó en su cuenta de Twitter: «A pesar de sus abucheos, gritos e insultos, no consiguieron callar las voces del cambio. Es imparable y lo saben». Otros compañeros suyos fueron más ásperos, como el alcalde de Cádiz, José María González, ‘Kichi’, quien escribió: «No son piojos lo que les pica. Es su desprecio a las clases populares»; o el diputado en la Asamblea de Madrid Miguel Ardanuy: «Ojalá el partido de Celia Villalobos estuviera la mitad de limpio que mis rastas».