Costa

Medioambiente

Torredembarra ya es una ciudad comestible: aprovecha las algarrobas de los árboles de sus calles

Voluntarios de la mano de la Fundació Espigoladors cosechan el arbolado de los parques para sumar las algarrobas al ciclo de recuperación de alimentos

Voluntarios con parte de los frutos recogidos este 18 de septiembre.

Voluntarios con parte de los frutos recogidos este 18 de septiembre.ANGEL ULLATE

Mónica Pérez

Creado:

Actualizado:

La cosecha de los árboles municipales ha convertido Torredembarra en una ciudad comestible. Así llama la Fundació Espigoladors a las localidades que aprovechan sus «frutos urbanos» –en este caso, naranjas amargas, olivas y algarrobas– como alimentos en lugar de considerarlos basura. La mañana de este 18 de septiembre, pese al calor que todavía aprieta fuerte, un grupo de voluntarios y también miembros de la Fundació Santa Teresa del Vendrell sacudían los algarrobos de los parques alrededor de la calle Cap de Tortosa en una nueva ‘espigolada’ popular.

Las naranjas que se recolectan en la Torre se transforman en mermelada y las olivas, en aceite, para repartirlo entre entidades sociales. Pero la algarroba entra en este ciclo de economía circular de una manera distinta: «No puede entregarse tal cual, necesita una transformación previa y, como hay demanda industrial de harina y eso tiene un valor económico, sirve para cubrir los costes de la elaboración del aceite», precisa Dani Martínez, responsable de aprovechamiento de la Fundació Espigoladors.

La previsión inicial para esta ocasión era recoger cerca de 500 kilos de esta legumbre, pero la producción ha sido sensiblemente menor de lo esperado y, en los últimos días, alguien se ha llevado buena parte de las algarrobas que habían caído al suelo. «El Ayuntamiento tiene contemplado, de cara al año que viene, colocar carteles para disuadir a quienes cogen los frutos. Seguramente lo hacen porque piensan que se van a desperdiciar y en lugar de que pase eso, se los llevan; pero no es así, no se echan a perder», indica Martínez.

Magda Arruga se jubiló la semana pasada, vio el llamamiento a voluntarios para esta ‘espigolada’ y se animó a recoger algarrobas. «Parto de cero. No conocía ni el árbol en sí. Nos han explicado cómo elegirlas, cuáles son las buenas y cuáles no, y me he puesto a ello», comentaba. Ese es justo otro de los objetivos de este tipo de salidas: «Se trata de dinamizar a los vecinos de los municipios y que tengan mayor conexión con el arbolado. A veces, uno ni se fija en lo que tiene alrededor y, a raíz de ‘espigolar’ un día, tiene otra mirada», señala el responsable de reaprovechamiento de la Fundació Espigoladors.

Evitar gastos y desechos

Al menos durante 2025 y 2026, esta entidad de recuperación de excedentes agrarios que hace ya un tiempo puso el ojo en la vegetación urbana se encargará de dar un buen fin a lo que los árboles de las calles torrenses ofrecen. Lo explica Martínez: «Cuando se planifica el arbolado de una localidad, principalmente se piensa en algo que sea bonito, que ofrezca sombra o sea refugio climático y se plantan especies que den frutos. A veces, estos atraen a fauna que no queremos u ocasionan gastos a las arcas públicas por ser tratados como desechos. Nosotros pensamos que no lo son y los aprovechamos».

Además de para las entidades sociales, una pequeña parte del producto se destina a promocionar el Ayuntamiento. Y en general, la actividad, repercute también en una disminución de la cantidad de residuos orgánicos que acaban en la basura.

tracking