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Segur de Calafell

El buceo que acabó en tragedia con dos muertos en Calafell: piden 4 y 5 años de cárcel para los acusados

El fiscal acusa a tres personas del club de un presunto delito de homicidio imprudente por ofrecer la actividad sin autorización. Fallecieron el empresario Josep Maria Rovira, de El Vendrell, y Francesc Vizcaíno, bombero voluntario de Vilafranca del Penedès

Equipos de rescate en la búsqueda de las víctimas que realizaban un bautismo de buceo.

Equipos de rescate en la búsqueda de las víctimas que realizaban un bautismo de buceo.Mossos d'Esquadra

Joel Medina

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Corría el año 2021 cuando el empresario Josep Maria Rovira, de El Vendrell, y Francesc Vizcaíno, bombero voluntario de Vilafranca del Penedès, fallecían en un bautismo de inmersión en Segur de Calafell, un suceso que investigó la Guardia Civil y que puso en el foco los criterios de seguridad de las actividades subacuáticas. Los agentes observaron indicios de homicidio imprudente y, ahora, el fiscal del caso, que se juzgará en la Audiencia Provincial, pide cuatro años de cárcel para dos de los acusados y cinco para un tercero. Todos por homicidio imprudente.

El suceso comenzó sobre las 10.00 horas del 8 de agosto de 2021: el club de buceo Escafandra organizó una actividad subacuática de iniciación al buceo. Participaron once personas, diez de ellas sin formación alguna.

El fiscal explica que la actividad dio inicio "tras una instrucción previa insuficiente, sin haber comprobado si existía enfermedad, deficiencia o falta de aptitud física o psíquica en los participantes", además de "sin haberse cerciorado de que el equipo de cada participante fuera el adecuado", dice el escrito de acusación.

Después de cargar parte del equipo en una lancha motora auxiliar, los participantes, "con los lastres y aletas en la mano", caminaron 350 metros hasta la orilla de la playa situada al lado del puerto de Segur de Calafell. 

"Una vez allí, asistidos por un número insuficiente de monitores –solo había dos y un supervisor– tras una nueva instrucción suficiente, y sin contar con el equipo adecuado, los participantes, a petición de los acusados, se colocaron el cinturón de lastres", que, teniendo en cuenta que el neopreno no era suficientemente grueso y que no había otro elemento de flotación, provocaba que los participantes se hundieran.

Los monitores les indicaron que debían llegar, a nado, a la barca auxiliar, situada a 180 metros de la orilla, donde les esperaba el tercer acusado. Todo ello "desconociendo el uso de las aletas, sin saber si tenían que nadar de espaldas o de frente, con un equipamiento sobrelastrado [el neopreno, las aletas, la máscara y el lastre, un cinturón de plomo de ocho kilos], con un número insuficiente de instructores y a pesar de que las condiciones del mar no eran idóneas".

Tan pronto los participantes dejaron de hacer pie, el grupo comenzó a dispersarse. Dos de ellos presentaron problemas de angustia y sobreesfuerzo que precisaron asistencia de los monitores, por lo que el resto del grupo quedó sin supervisión, según el escrito del fiscal. "Algunos de los participantes consiguieron llegar a la barca y agarrarse a ella con signos de agotamiento", añade. Pero dos de ellos no llegaron.

Vizcaíno acabó hundiéndose y siendo reflotado por dos compañeros suyos, falleciendo finalmente a las 12.00 horas. Uno de los acusados, expone el fiscal, "ordenó a los demás participantes que se deshiciesen del cinturón de lastre y volviesen a la playa a nado y sin la supervisión de ningún instructor, además de sin hacer recuento del número de participantes" y, por lo tanto, sin reparar en que Rovira no estaba.

Posteriormente, su cuerpo fue hallado sin vida. La investigación descubrió que "el club no contaba con autorización" para organizar este tipo de actividades. "En definitiva, los acusados desconocieron los deberes de prevención, control y supervisión de los participantes y pusieron en riesgo su vida, causando la muerte de dos de ellos", argumenta el fiscal.

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