El bicentenario del hostal que sobrevive a la Covid

La Pensió Coca ha cumplido 200 años este año. A pesar de la crisis motivada por la pandemia de la Covid, el negocio se ha mantenido en pie y con ganas de continuar

16 diciembre 2020 19:50 | Actualizado a 22 diciembre 2020 09:53
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Hasta hoy domingo, la clientela que se ha sentado en las mesas de la Fonda Coca tendrá una porción de pastel acompañando su pedido. Es un pequeño detalle para celebrar las dos centurias que esta pasada primavera cumplió el hostal. Dos siglos que debían ser una efeméride por todo lo alto en Torredembarra y que el fallecimiento de Joan Coca, el pasado año, y la pandemia han emponzoñado. 

Matilde Martos ya tiene edad de jubilarse y ha dejado en manos de sus dos hijas Carolina y Meritxell Coca, de 40 y 36 años respectivamente, las riendas del negocio. «En mayo de 2019 falleció mi marido (Joan Coca) y la verdad, sin él este aniversario ya no me apetecía». A pesar del dolor por la pérdida, la herida fue cicatrizando con el tiempo y se planteó hacer una fiesta popular enfrente del negocio, en la calle Antoni Roig, para celebrar la efeméride tan especial.

Pero cuando la tristeza de la marcha de Joan estaba asimilada, llegó el Estado de Alarma y la Covid-19, provocando de nuevo otro lastre en un año tan singular. «Intentamos que la fiesta original fuera un homenaje a todas aquellas personas que han luchado contra el coronavirus: sanitarios, voluntarios, policías, servicios sociales, protección civil... Personas que merecen mi respeto y admiración y que nos hubiera gustado honrarles», explica Matilde.

Las restricciones también impidieron este reconocimiento público y la única puerta que quedó al negocio familiar fue aportar su grano de arena solidario para combatir la Covid-19. 

La fonda se mantuvo abierto para ofrecer comida para llevar a los necesitados. Las 38 habitaciones disponibles del negocio se dejaron libres por si los sanitarios o el personal de la residencia Pere Badia, al otro lado de la calle, necesitaban quedarse por aislamiento obligatorio o por necesidad. «No soporto la soledad y quise ser voluntaria desde el primer momento», admite la empresaria torrense.  

Muchas dificultades

Al margen de la celebración detallista del trozo de pastel y del corazón enorme de Matilde para ayudar a los más necesitados en un año complicado por la pandemia, la Pensió Coca (nombre oficial del negocio que se ha denominado Casa, Fonda o hostal) también se ha visto en una situación extrema de supervivencia. 

Sus 38 habitaciones se llenaron puntualmente en el primer trimestre, pero luego quedaron vacías por culpa de las restricciones sanitarias obligatorias. «Este 2020 ha sido un desastre, pero queremos continuar y esperar un 2021 con mejores augurios», dice la titular del negocio. Sus hijas llevan el día a día, pero el honor de estar al frente corresponde a la madre.

Mañana lunes cerrarán hasta después de fiestas (por decirlo de alguna forma) y luego reabrirán con las condiciones sanitarias que impogan la Generalitat para esta clase de establecimiento. «A pesar de ser un año difícil por todo lo que ha ocurrido, mis hijas y yo tenemos ganas de mantener el negocio, de ofrecer nuestras habitaciones, nuestra cocina, nuestros salones. La Fonda Coca tiene futuro y estoy segura de que levantaremos de nuevo el vuelo», desea con todas las ganas Matilde.

Pincelada histórica 

El hostal bicentenario de la calle Antoni Roig empezó en el siglo XIX. Sus orígenes no están claros según los documentos de la época. Aunque el cartel de la fachada pone 1820, la familia Coca no firmó el arrendamiento del local hasta 11 años después, en 1831. Al margen de ello, la casa de posta original derivó en hostal y así se ha perpetuado en las cinco generaciones del apellido Coca.

Los carruajes, diligencias y coches de época que llegaban están ahora en el comedor en tamaño de maqueta. «Un cliente que hemos tenido más de 40 años nos las regaló», explica la propietaria, quien asegura que uno de los huéspedes fue el Rey Alfonso XIII, que cayó enfermo en un viaje a Barcelona y estuvo cuidado en el hospital (actual residencia Pere Badia) y descansando en la pensión. Tristemente, no hay documento que avale tal honor.

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