Son unas fincas que trabajan una media docena de agricultores en unos terrenos boscosos en la frontera entre El Vendrell y Albinyana. Allí Josep Mallofré ‘el Camat’ tiene un terreno con unos algarrobos.
El camino que accede a las fincas está a los pies de la carretera C-51. Pero al carecer de un cierre en condiciones son muchas las furgonetas que se adentran para verter todo tipo de residuos.
«También preocupa los robos de algarrobas». Un producto que ha llegado a unos precios que no se habían visto desde hace décadas. Muchos productores han sufrido robos por todo el territorio.
«Si no se cierra bien el camino seguirán los vertidos», señala Mallofré. Y quizá los robos en las fincas.

Hace unos días el Ayuntamiento de El Vendrell saneó varios puntos a lo largo del camino y colocó un cable sujeto a dos postes con la intención de cerrar el acceso. Pero para los agricultores que trabajan en la zona es insuficiente «y está mal colocado».
Avanzado
El cierre no tiene ningún candado por lo que para acceder por el camino sólo hay que retirar el cable. Además junto a las estacas «hay suficiente espacio para que pase un vehículo, lamenta el agricultor.
Hemos pedido que se coloque un cierre y que los siete que trabajamos estos terrenos podamos tener una llave. «Con ello se evitaría un punto habitual de vertidos». En diferentes rincones es fácil ver huellas de donde ha habido cascotes de obras, restos de poda «y allí han habido decenas de neumáticos».

Mallofré también lamenta que el pretendido cierre se haya colocado muy avanzado el camino desde el acceso a pie de la carretera. Está justo superado el trazado de un paso de la canalización de gas.
El agricultor señala que «no es argumento ya que los del gas también podrían tener una llave para poder realizar cualquier intervención». Añade que «ahora los vertidos se harán en el tramo de camino desde la carretera al cable.
En otro rincón del camino se acumulan haces de lentisco ya seco que parece que los expoliadores de esa planta olvidaron en una de sus incursione.
Incendios
Esos vertidos son un riesgo de incendio en una zona principalmente de pino blanco y maleza que ya ha sufrido fuegos en los últimos años. Sólo los terrenos cultivados y con áreas de algarrobos dan más tranquilidad «y harían de cortafuegos en caso de incendio. Pero ya quedamos pocos que trabajamos la tierra en zonas rodeadas de bosque».
Más allá de la lección no aprendida de que en casos de crisis alimentaria provocadas por guerras o pandemias hay que intentar asegurarse el suministro de alimento, «los agricultores son los mejores gestores del bosque y ayudamos a evitar que haya incendios o a que puedan pararse más rápido».